Catalaia Winchester
Me sentía mejor que nunca. Por fin comenzaba a notar que nuestros cuerpos se unificaban, algo había cambiado en nosotros y me sentía más viva que nunca. Mi amor por él crecía aún más y sentía que nada podría empañar lo que estábamos construyendo juntos. Después de ducharse y vestirse al ver lo guapo que se veía no pude evitar babear por él. Aún no comprendía cómo un hombre podía fijarse en alguien como yo. En todas las revistas lo catalogan como el soltero más codiciado de toda la nación y de todas las mujeres que pudo elegir, me eligió a mi.
— Antes de irnos, Eleanor tiene algo que darte.
Extrañada respondí
— ¿Nuestra pequeña?
— Mjm, algo me dice que te gustará.
Agarrándome de la mano, me llevó hasta la habitación de nuestra bebita y quedé maravillada con todo lo que había dentro. Había llenado de rosas rojas y blancas toda la habitación y también muchos globos en forma de corazón cubrían todo el techo. Nuestra bebita cada día se veía más fuerte y aunque aún era pequeñita iba ganando peso y podía estar más tiempo fuera de la incubadora. Podía ser tan morboso como romántico y en ese momento me lo estaba demostrando.
— No entiendo que es toda esta maravilla.
— Acércate a la incubadora. Eleanor tiene algo en las manitas para ti.
Curiosa me acerqué a ella y vi una pequeña bolsita aterciopelada atada suavemente a una de sus manitas con mucho cuidado. Tras sanitizar mis manos, la introduje por una de las aberturas de la incubadora y cuidando de no lastimar a mi bebita, agarré la bolsita. Nathaniel me pidió que la abriera y al hacerlo encontré dentro una cajita. Al abrirla mi corazón se detuvo. Es más, pensé que había muerto y estaba fantaseando con lo que quería que pasara y no pasó. Pero si era real, si estaba pasado. En esa cajita reposaba un anillo de ensueño, era hermoso con más diamantes de los que podía contar con la mirada. Mi corazón terminó de infartar al ver al hombre que había entrado en mi vida como un intruso, forzándome a vivir, había terminado enamorado hincando frente a mi igual o más nervioso que yo. Estaba algo tartamudo e intentando disimularlo dijo.
— Se que ya te lo había preguntado, pero esta vez es oficial con todo y su anillo. ¿Quieres ser mi esposa? Ya lo consulté con Eleanor y ella da la aprobación total.
Con sus ocurrencias logró hacerme reír y con lágrimas en los ojos asentí con la cabeza.
— Si, quiero ser tu esposa mi amor. Me casaría mañana mismo contigo.
— Es la primera vez que me animo a hacer algo así, espero que te haya gustado.
— ¿Que? ¡Me ha encantado! Puedes ser muy romántico cuando te lo propones.
Colocó el anillo en mi anular y no podía dejar de verlo. Era algo que pensé que nunca sucedería. Jamás pensé que sería en algún momento la esposa de Nathaniel Archer. Estaba tan feliz que podía llevarme a comer a cualquier lugar incluso la comida podía estar terrible y me encantaría igual, nada podía hacerme sentir mal esa noche. Cuando de cenar se trataba, él no escatimaba en gastos. Me llevó a su restaurante favorito y de paso el más costoso de la ciudad. Era al único que aún sin tener reservación siempre tenían una mesa para él. Quitándome el abrigo hizo que me sentara así como esos caballeros de película y al sentarse mirándome como lelo enamorado comentó.
— ¿Cómo has imaginado tu boda? ¿Cómo imaginabas que sería esa ocasión?
Encogiendo los hombros respondí
— Pues..., la verdad pesaba poco en eso porque no creía que me casaría. Pero siempre he querido una boda de ensueño. Siempre quise que fuera en un bosque muy bonito o una gran ceremonia en una catedral con un hermoso vestido, un bonito pastel..., no se, algo inolvidable. Pero se que no se puede.
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Después de Tí
RomanceTras pasar un año donde sus vidas aparentemente habían tomado rumbos distintos, Catalaia había logrado alcanzar un reconocimiento internacional como bailarina logrando luego convertirse en productora de grandes producciones. Ante todos aparentaba es...