Catalaia Winchester
Después un rato, al fin pudo lograr encontrar el sueño. Él dormía sobre mi abrazando mi cintura mientras yo acariciaba su cabello mirando como dormía tranquilamente. Lo necesitaba, nunca lo había visto dormir tan profundamente como lo hacía. Su cabello era tan suave, sus mejillas cuando se sonrojaban tomaban un color rosado lindo y tierno. Toque su rostro sonriendo feliz, lo que tanto soñaba se había dado, volver a estar junto a él, a pesar de Odette y de todos. Pero su sueño no era siempre tranquilo, de un momento a otro comenzó a inquietarse y a balbucear con miedo. Estaba temblando repitiendo una y otra vez que por favor no lo llevaran a algún sitio que no decía exactamente. Me dolía verlo así y no poder hacer nada para aliviar su dolor. Besando su cabeza susurrando le dije:
— Tranquilo, todo va a estar bien, es solo un mal sueño.
Mis susurros lo calmaron paulatinamente y al presenciar aquella pesadilla, estaba convencida de que había mucho trabajo por recorrer con Nathaniel y sus traumas. Cuidando de no despertarle, me levante de la cama, se me había antojado un té pero me detuve frente a un espejo en el camarote que ocupaba Nathaniel y se me hizo inevitable no recordar aquellos días en que mi vientre estaba enorme y sentía las pataditas de Judy. Toque mi vientre y con un nudo en la garganta trataba de aceptar que eso no volvería a experimentarlo nunca más. Pensé que lo había superado, pero solo me engañaba a mi misma. Derramando una lágrima cerré los ojos y sentí que nuevamente aquella tristeza aún seguía ahí latente.
— ¿Estas bien?
Brincando del susto voltee y vi a Nathaniel despierto.
— Si, lo estoy. Pensé que dormías.
— Lo hacía. Mientes muy mal, ¿qué ocurre cariño?
— Es que..., aún me duele Judy. Trato de no pensar en ella, de pretender que ya no me afecta pero lo hace todos los días.
Acercándose a mí, abrazándome por la espalda tocó mi vientre respondiendo con algo de melancolía en su voz.
— Me duele tanto como a ti cariño. Te prometo que Odette pagará por todo lo que ha hecho.
— Nunca la tuve, pero la siento, tampoco hablaste pero la escucho todo el tiempo, en mis sueños, siempre ella está ahí..., pase el tiempo que pase creo que ella seguirá ahí, en mi mente y seguirá doliendo.
— Haría cualquier cosa por aliviar tu dolor.
Sonriendo resignada sequé mis lágrimas.
— No hay nada en este mundo que haga que mi dolor por ella se vaya. Estoy muy sentimental es todo, ya se me pasará.
Nathaniel se quedó callado y sentándose en el borde de la cama algo pensativo. Luego de guardar silencio por un rato comentó.
— Me encantaría decirte que intentáramos tener otro bebé. Pero no creo que sea lo mejor, tengo tantas anomalías que no quisiera que un pequeño cargara con todo eso.
— Eso a mi nunca me ha importado. Ya no puedo tener hijos además, tampoco los quiero. No quiero saber nada de bebés ni hijos..., en fin no quiero hablar sobre el tema.
Besando mis labios logro hacer que me relajara y es que tenía ese don para calmarme, en sus brazos me sentía protegida. Judy era alguien que nos acompañaría siempre en el pensamiento aunque pasara el tiempo que pasara. Era un dolor que compartimos los dos y que si bien quizá el tiempo ayudaría a que doliera menos, jamás olvidaremos. A la mañana siguiente, desperté con los rayos del sol sobre mi rostro y el mar de fondo dando una vista hermosa. Era como estar en un paraíso sin preocupaciones, sin problemas, solo el y yo. Pero aun seguía evadiendome, era como si hacer el amor le diera temor. Fui a buscarlo, y allí estaba en la cocina intentando hacer algo más que tostadas con mermelada.
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Después de Tí
RomansaTras pasar un año donde sus vidas aparentemente habían tomado rumbos distintos, Catalaia había logrado alcanzar un reconocimiento internacional como bailarina logrando luego convertirse en productora de grandes producciones. Ante todos aparentaba es...