Catalaia Winchester
El nervio me tenia picada en trocitos, odio los hospitales y llevaba medio día metida en uno. Nathaniel entró a la habitación con unas hermosas rosas blancas y besando mis labios me miraba de una forma algo extraña. No sabía definir que percibía en su mirada pero me daba algo de ansiedad. Sonriendo algo inquieto preguntó.
— ¿Cómo te sientes?
— Bien, ya me quiero ir a la casa.
— Nos iremos, pero necesito que me prometas algo.
Asentí con la cabeza
— Lo que te diré ahora, lo tomaras tranquila, no te vas a exaltar porque puede hacerles daño.
Apreté los dientes y poniéndome algo seria arquee una ceja.
— Intentaré no hacerlo, ahora dime que pasa. ¿Hacernos daño?
Nathaniel algo tartamudo y tembloroso me miro y suspiro profundamente.
— Cata..., estás embarazada. Tendremos otro bebé.
Sentí como en cuestión de segundos mi cuerpo se tornó frío y pálido. Sus palabras retumbaron par de veces en mi cabeza y antes de salir del trance lo único que me vino a la mente fue aquel accidente, aquel coche arrollando mi cuerpo y yo sintiendo como mi vientre se golpeaba una y otra vez hasta caer contra el pavimento. La sangre correr sobre la calle y luego el dolor intenso de pujar hasta sentir que me quedaba sin fuerzas hasta dar a luz a una niña que nunca llegó a experimentar lo que era el oxígeno en sus pulmones. Nunca la escuche llorar, la tuve en mis brazos y parecía que dormía, la tuve solo minutos en mis brazos para que luego me la quitaran y no verla nunca más. Todo ese momento que luchaba día a día por olvidar, regreso a mi mente más vivo que nunca.
— No puedo estar embarazada, es un mentira.... ¡no estoy embarazada!
— Catalaia por favor nena tranquilízate.
— ¡No puedo tener hijos! No quiero otro bebé en mi vientre para perderlo. ¡No lo quiero! ¡No quiero este bebé! ¡Quiero que me lo saquen!
Y eso quería, no tener otro bebé dentro de mí que yo sintiera crecer, dar pataditas en mi vientre y luego muriera dentro de mi. No podía soportarlo una vez más. Llorando con dolor supliqué
— Nathaniel dime que no es cierto por favor. No quiero otro bebé. Se va a morir, por favor dime que no.
Buscando o más bien, intentando consolar mis miedos, se sentó a mi lado y abrazándome fuertemente respondió con amor en sus palabras.
— También muero de miedo. No tienes idea de cuánto miedo tengo en estos momentos. Pero si de algo estoy seguro es de que quiero a ese bebé desde el momento en que me entere que estaba en tu vientre. Nada va a reemplazar a Judy, pero este bebé nos ayudará a sanarla a ella. Es un milagro que tengas un bebé en el vientre, no vuelvas a decir que quieres abortarlo.
Estaba desconsolada, sin saber qué responder. Lo único que tenía en la mente era ella, la maldita de Odette. Lo miré y aún gimoteando respondí.
— Odette lo hará de nuevo, lo matará como hizo con Judy.
— No va a pasar y eso..., te lo aseguro. Todo estará bien, tú y el bebé. Ahora necesito que te relajes, aunque estoy feliz de que vamos a tener otro bebé, también algo preocupado. Tu embarazo es de alto riesgo Catalaia, cualquier disgusto o situación tensa puede hacer que pierdas al bebé.
— ¿Como pretendes que esté serena sabiendo que en cualquier comento esa mujer va a buscarme para matarme?
Nathaniel tocó mi vientre y agarrando una de mis manos la colocó junto a la de el. Dentro de toda aquella tensión solo podía ver una cosa, la emoción en sus ojos de que sería padre.
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Después de Tí
RomanceTras pasar un año donde sus vidas aparentemente habían tomado rumbos distintos, Catalaia había logrado alcanzar un reconocimiento internacional como bailarina logrando luego convertirse en productora de grandes producciones. Ante todos aparentaba es...