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¿Qué mierda estoy haciendo con mi vida?, es la pregunta que me he hecho por horas. ¿En qué momento decidí comenzar a hacer todo mal?, o sea, es lo correcto claro, pero en cada paso que doy por más buenas que sean mis intenciones me hundo más y yo no quiero tocar fondo. Mierda, estoy asustadísima. No soy una mala tipa, o sea, he cometido errores pero he tratado de remediarlos, sé que soy torpe, sé que soy un desastre y sé que probablemente acabo de arruinar mi vida y futuro en estas últimas 48 horas, pero solo quiero ser feliz y hacer lo correcto. Quizás escogí mal la carrera, es que, aquí no siempre puedes elegir, aquí tus principios buscan ser aplastados todo el tiempo, aquí todo lo maneja el dinero y el poder, quise ser diferente y miren donde estoy. ¡Hola!, los saludo desde la vereda de la humillación.

Me siento profundamente confundida, mi pecho siente la presión, me cuesta respirar y solo pienso en como llegamos a este punto. ¿Cómo te recupero, mi amor?, ¿de dónde saco fuerzas para seguir? te casarás en unos meses y no conmigo. La verdad nunca me he planteado casarme, pero no me molestaría que fuera con ella.

Luego de que la seguí a su casa como una loca y de la aparición del machito de su prometido, inventé una excusa malísima y salí de ahí, estuve esperando la llamada de ella por horas, pero no llegó y cuando me resigné a que el amor de mi vida probablemente debía estar teniendo sexo y no conmigo, fui a la cocina, piqué kiwi lo mezclé con un yogurt de vainilla, lo probé y lo tiré a la basura porque el puto Kiwi estaba muy ácido y que rabia porque hasta hacer esa mierda me salía mal. Lastimosamente mi vida se estaba basando en fracasos y yo no estoy acostumbrada a perder, lo que me tiene en una depresión asquerosa. O sea, a ver, recapitulando mi vida, no tengo empleo, no tengo familia, no tengo novia, la fruta me sale mala y no tengo un gato. Quiero un gato. Necesito un gato. Quizás eso me haga sentir mejor, ¿no? debería adoptar uno, tal vez y ponerle Tom. Que dispersa soy. Mañana compraré kiwis dulces y un gatito tal vez.

Ya había caído la noche, yo solo pensaba en que mi vida estaba completamente arruinada y que la desgraciada de mi ex novia no estaba para nada interesada en mi existencia y de pronto me encontraba sentada en la terraza fumando un cigarrillo con una copa de vino, como una cincuentona divorciada pensando que sería de mi ahora.

La vida se me iluminó pensando en que Vanessa había vuelto cuando sentí el sonido de la puerta, ya que, para ser sincera necesitaba urgentemente compañía y me levanté casi corriendo a abrir pero no era mi querida mejor amiga, era ella.

Me quedé un poco en blanco, tratando de entender que hacía Madelaine a esta hora en mi puerta y además seguía molesta porque no se había tomado el tiempo para llamarme o contestar un maldito mensaje y estuvimos unos segundos mirándonos, los cuales fueron los más incómodos de la vida hasta que escuché su voz en un susurro.

M: le he dejado - respondió mientras yo abría grandes mis ojos negros y trataba de procesar aquello - le he dejado por ti.

Iba a hablar porque tenía que decir al menos algo medianamente inteligente en un momento así, pero estaba tan en shock que de mis labios no salía nada, solo sentí como las lágrimas comenzaban a caer por mi rostro y luego el suave toque de los labios del amor de mi vida en mi boca. Delicadamente nos fundimos en una atmósfera pasional pero nostálgica, sentía lo salado de mis lágrimas mezcladas con las suyas en mi boca y en mi pecho el ardor del amor profundo e inmenso que tengo por ella.

Sutilmente me alejé de ella, sequé con mis manos su rostro y tomé su mano para entrar.

: Me has elegido - dije feliz y asombrada
M: No había elección, siempre has sido tú - respondió acariciando mi rostro
: que ironía - reí - hace unas horas lo perdí todo y ahora estoy ganándolo todo, me acabas de entregar el cielo
M: tú eres el cielo - susurró para luego besarme y como era de esperarse el beso subió rápidamente de nivel pero frené en seco cuando la escuché gemir y no precisamente de placer.

: ¿te lastimé? - dije preocupaba
M: no, no es eso - soltó rápidamente y luego cambió el tema - ¿me darías agua?
: sí, si claro, toma asiento - dije un poco confundida - vengo enseguida

El lugar en donde me estaba quedando era bastante acogedor y caluroso, por lo que, al entregarle el agua le pedí su abrigo para que estuviera cómoda pero se negó y yo me empecé a poner nerviosa porque una es alterada y dramática.

M: No puedo quitármelo - dijo en un susurro y yo encendí todas mis alertas
: quítatelo - dije suplicante
M: debes prometerme que no harás nada, que lo tomarás con calma y que estarás conmigo
: que te lo quites Madelaine - volví a repetir más seria.

Comencé a sudar del nerviosismo mientras mi cabeza se imaginaba lo peor y sentí como la rabia se desbordaba de mi cuando en ambos brazos tenía manos marcadas, rasguños y zonas con rojeces, las cuales obviamente mañana serían moretones y hematomas. Me acerqué a ella y le retiré la blusa mientras me miraba en silencio y sin hacer gestos lágrimas caían por su ojos.
Un gran golpe en el abdomen, rasguños y incluso mordidas. Tracé líneas imaginarias por sus heridas mientras trataba de controlar mis sollozos.
: va a pagar - dije en un susurro
M: tengo miedo - soltó ella
: por segunda vez en tu vida te han dado una golpiza por mi culpa
M: esto no es tu culpa, mi amor
: No merezco que me digas así, no lo digas me hace sentir miserable - respondí mientras caminaba en círculos por la sala
M: pues acostúmbrate porque te pienso decir así toda la vida

Me volví a acercar a ella y le dejé un suave beso en los labios, tomé su mano y la dirigí a mi habitación. La recosté sobre la cama, quité sus zapatillas y luego sus pantalones, dejándola solo en ropa interior frente a mi. La miré y la vi nuevamente destrozada, a mi mente volvieron recuerdos del pasado, del coma y de que casi la pierdo, pero necesitaba ser fuerte esta vez, porque ella me necesitaba, no podía mostrar debilidad.
Comencé a besar cada una de sus heridas de manera suave y delicada, sin ponerme sobre ella, buscando lastimarla lo menos posible.

M: mi amor, no sé si esté en condiciones para hacerlo - soltó divertida - pero me lo estás poniendo difícil
: no quiero sexo, o sea, sí, pero no en estas condiciones - dije suplicante - estoy besando tus heridas, porque quiero que de hoy recuerdes besos, no golpes - dije mirándola fijamente y una sonrisa se posó en su rostro.
M: te quiero para siempre - dijo suave
: te quiero desde siempre

ALMA MÍA - Madelaine Petsch EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora