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Comenzamos a besarnos de manera brusca, entraba su lengua en mi boca y poco a poco me iba perdiendo en ella. Mientras acariciaba sus muslos presionaba mi boca contra la suya, enredando sus manos en mi cabello para que no pudiera alejarme de ella ni un segundo, para que no dejara de sentir en ningún instante, parecía que hubiéramos esperado demasiadas vidas para volver a hacer esto y el calor en la habitación subía con cada roce. Me dejé caer hacía atrás y nos acomodamos sobre la cama, mientras colaba mis manos por debajo de su blusa... sentir su piel, su calor, me estaba volviendo loca y yo solo tenía un propósito, que se viniera tantas veces que no las pudiera contar.

Quité su polera, dejando al descubierto su torso desnudo, quedando solo en unas bragas rojas y Dios se veía tan bien, definitivamente ese era su color. La volteé dejándola a ella sobre la cama y posicionándome encima, para tenerlo todo controlado, como a mí me gusta y por unos instantes solo me dediqué a admirar su perfecta anatomía.

: ¿te gusta lo que vez? – dijo, para luego morder su labio inferior

:no hagas eso – dije poniendo una de mis manos en su cuello, presionando un poco, pero sin ahorcar

: ¿Qué cosa? – dijo poniendo una cara de inocencia máxima, volviendo a morder su labio mientras yo sentía que me estaba quemando por dentro.

Comencé creando un camino de besos en su estómago, mientras escuchaba su respiración agitada y su cuerpo se retorcía bajo el mío, subí lentamente, dando pequeños mordiscos, lamiendo y succionando todo lo que había al paso, hasta llegar a sus pechos, firmes, del tamaño perfecto, sus pezones rosados, erectos, como llamándome a morderlos y claro, los deseos de su cuerpo son órdenes para mí, así que los introduje en mi boca, haciendo círculos con mi lengua y dando pequeños mordiscos que la hacían gemir despacio y agitar su respiración. La miraba con devoción, me encantaba sentir que lo estaba disfrutando al máximo y quería recordar en mi memoria cada espacio de su cuerpo, y por supuesto, no quería que fuese un típico polvo, quería que perdiera los estribos, así que rápidamente bajé a su centro y retiré sus bragas con la boca, lentamente, me encantaba que no mostrara ni el más mínimo pudor, con su mirada clavada en mis acciones y las manos sobre su cabeza, como en slow motion, abrió sus piernas, dejándome ver todo su paraíso y me habló con la voz más ronca de lo común

: bon appétit – dijo, con su perfecto acento francés

Y probablemente cualquiera en mi lugar hubiese hundido su boca en ella, pero esas palabras utilizadas de esa forma, me hicieron perder los estribos y la miré de manera oscura, como nunca antes, siento que me la estaba comiendo con los ojos y le pedí de manera autoritaria y firme que se volteara y ella obedeció, apenas giró su cuerpo volví a hablar

: en cuatro, querida - dije, perdiendo los pocos modales que me estaban quedando

Madelaine obedeció y dejó la vista perfecta para mi ojos, hasta entonces no había tocado su centro, pero la verdad era demasiado apetecible para mi tenerla en esa posición y simplemente le introduje dos dedos, en el momento pensé que había sido muy duro, pero realmente estaba tan mojada que llegaba a gotear, así que empecé a entrar y salir de ella, de manera lenta porque quería que me rogara

: más rápido, entra otro – dijo con la voz entrecortada y en medio de gemidos 

: sé que puedes rogar un poco mejor – dije riendo

: te lo suplico, hazlo fuerte - soltó con voz entrecortada

: Ay, preciosa, en primer lugar, yo decido cuando te corres y en segundo lugar va a ser en mi boca, así que me irás avisando, ¿está claro? – dije aumentando el ritmo de mis dedos

: no – gruñó – no me hagas esto – dijo comenzando a gemir fuerte, con su vocecilla aguda, que en cualquier otro caso puede llegar a ser irritante pero que en el sexo se transformaba en música para mis oídos

: sé que me perteneces – dije parando el movimiento de mi mano para tomarla del pelo y jalarla hacia atrás y así proceder a susurrarle al oído de manera suave – no sabes cómo me pone verte así de vulnerable a mí, si me tocaras sabrías que estoy  muy mojada

Madelaine me rogó que siguiera y cuando estaba por venirse me gritó que ya no aguantaba más, entonces rápidamente dejé lo que estaba haciendo me lancé en la cama y acomodé mi cabeza entre sus piernas para comenzar a saborear su centro, introducía mi lengua en su interior mientras que con otra mano estimulaba su clítoris, literalmente me la estaba comiendo y no pensaba parar hasta que gimió agudamente y su cuerpo se retorció en un orgasmo el cual disfrute como una loca, entonces lo supe, iba a ser una larga mañana.

Apenas se recompuso, se subió sobre mí y enterré mis uñas en su perfecto trasero, haciéndola gemir y la cosa se volvió a calentar, me arañaba la espalda y mordía mi cuello, mientras se restregaba contra mi cuerpo buscando fricción, y entre beso y beso nos fuimos acomodando para quedar en la posición perfecta para comenzar a frotarnos. Ver su cara complemente extasiada, sentir sus fluidos corriendo por mi pierna, escuchar sus gemidos, que ya eran gritos, mientras se movía frenéticamente, completamente ida sobre mí, era demasiado y me corrí sin más, sentí que toqué el cielo, pero cuando abrí los ojos y vi a Mads sonriéndome coquetamente, mordiendo su lengua, me di cuenta que a veces el cielo, es un lugar en la tierra cuando estas con la persona correcta. Madelaine me miraba con los ojos bien abiertos, como si hubiera descubierto un tesoro y por primera vez en mucho tiempo me sentí completa.

Y así seguimos por horas, terminamos tan exhaustas que nos dimos el derecho de tomar una siesta o quizás era porque no sabíamos que hacer o que pasaría, nos dejamos caer sobre la cama y me dormí pensando en el desastre que habíamos hecho y como mierda haríamos para no salir heridas.

ALMA MÍA - Madelaine Petsch EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora