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Han pasado los días desde ese poco sutil encuentro con mi pelirroja, bueno pelinaranja... en realidad nunca he entendido cuál razón tienen para encasillar su cabello dentro de los rojos cuando claramente es anaranjado, en fin, ya me desvié del punto y es que últimamente he estado muy dispersa, más dispersa de lo que normalmente soy y yo en la escala del uno al diez de la gente que desvía su atención fácilmente del tema principal de la conversación soy un once.

Hoy me toca audiencia de conciliación otra vez, no sé con qué fin el juez nos trata de hacer llegar a acuerdos sin la vía jurisdiccional, onda, ¿lo hará para divertirse?, ¿no tendrá familia con la que pasar tiempo?, ¿le gustará ver como Madelaine me asesina con la mirada? no sé, pero aquí vamos otra vez, a escucharla parlotear con su irritante voz chillona que por alguna extraña y estúpida razón encuentro el sonido más precioso del universo. Eso me enfada. Me molesta que a pesar de todo me siga teniendo en la palma de su mano.

Me arreglé bastante nerviosa porque no nos habíamos visto ni hablado desde el compromiso de Lili y Camila, ¿cómo se supone que la salude?, en fin, me sentía sumamente histérica, Vanessa no estaba y como no tenía con quién hablar, me hablaba a mí misma y sonará raro quizás pero me tenía cansada y es que puedo ser jodidamente desesperante cuando me lo propongo. Después de odiarme por horas me miré al espejo y volví a quererme, me veía linda, sutilmente elegante y lista para enfrentar el nuevo día o eso quería creer.

Llegué con la esperanza de hablar con Madelaine y no precisamente del juicio, no sabía qué pensar o qué imaginarme, se supone que después de lo que pasó al menos debería dirigirme la palabra o eso esperaba pero ella siempre hace lo que quiere, cuando quiere y de la manera que quiere.

La vi entrar por la puerta de la pequeña sala y sentí como mi corazón comenzaba a galopar dentro de mi pecho, me sentí como de quince otra vez o como cuando nos conocimos o como cuando nos besamos por primera vez y es que, Dios, tenemos toda una historia juntas, tenemos toda una vida juntas. No pude evitar pensar que yo lo arruiné, que yo lo arruiné todo; un nudo se me formó en la garganta y las ganas de llorar se hicieron presentes en mis ojos, solo miré al piso y sentí como su mirada se clavó en mi rostro, ella no dijo nada solo se sentó frente a mí y supongo que esperaba un saludo o algún gesto de cordialidad pero no, no podía hablarle, solo estaba pensando en lo estúpida que fui al abandonarla... sé que ella sabía que me pasaba algo, pero trataba de tragarme todas las lágrimas que tenía guardadas, porque era demasiado humillante.

Madelaine: ¿te sientes bien? – soltó sin despegar sus ojos de mi

: Sí – solté de manera fugaz

Madelaine: sé que te pasa algo y puedes decírmelo – sonaba preocupada pero fría a la vez y esa dualidad me confundía y alejaba

: No pasa nada – solté otra vez, con la voz un poco rota

Ella entendió que no soportaría negar otra vez la situación sin romperme así que se levantó de su silla y se acomodó a mi lado, posó su mano sobre la mía y volvió a decir

Madelaine: ¿qué te pasa?

: ¡¿Qué me pasa?! – dije levantando la voz y dejando salir las primeras lágrimas no contenidas – pasa que todo estos putos años creí que haberme ido fue la mejor decisión que pude tomar, que al irme me había curado de toda la pena que cargaba dentro, creía que al irme te dejaría ser feliz Madelaine... pero no – las lágrimas ahora eran pura lluvia que no quería contener más en mi – porque desde que te besé otra vez me di cuenta que todo este tiempo, fue tiempo perdido, porque en estos años lejos nunca me sentí tan llena como cuando te tuve en mis brazos otra vez, que busqué un millón de formas de llenar el vacío de mi corazón pero nadie ni nada puede llenar tu lugar, eso me pasa

Ella me quedó mirando sorprendida y acercó su frente a la mía mientras posaba su mano sobre mi rostro y secaba mis lágrimas con sus delicados dedos.

Madelaine: ay Aldrich, ¿por qué me haces esto? – susurró

: No quiero hacerte daño, no otra vez, pero no puedo ser feliz sin ti y quiero saber Madelaine, realmente quiero saber si te pasa lo mismo, porque si me dices que tu vida está bien así como está, te juro que dejaré hasta el caso y me iré lo más lejos posible

Juez: bueno señoritas, creo que la audiencia de conciliación está más que cancelada – dijo mirándonos desde el umbral de la puerta

Madelaine: ¿Hace cuánto está escuchando? – preguntó avergonzada

Juez: lo suficiente para darles un consejo si me lo permiten

: Eh sí, por supuesto – dije incrédula ante la situación y con la voz temblorosa

Juez: Cuando tuviste lo mejor en tus manos, ya nada será suficiente, por eso si la vida te lo vuelve a poner a tu alcance, solo tómalo, porque te pertenece – hizo una pausa y luego solo soltó un - adiós niñas – como si no nos hubiera lanzado un bosque entero recién.

: es un hombre muy sabio – dije fingiendo seriedad

Madelaine: porque te conviene – soltó divertida

: No sé Madelaine quizás a las dos – me miró seria, su rostro fue de angustia y cierto temor

Madelaine: ¿tienes algo que hacer ahora? – dijo mientras mordía su labio inferior con notorio nerviosismo

: No – solté con una gota de esperanza en mi interior

Madelaine: quizás podríamos hacer algo

: ¿No te arrepentirás luego? – dije sincera

Madelaine: puede pero no quiero pensar en consecuencias ahora

Salimos como si estuviéramos cometiendo un delito del juzgado y subimos al auto de Madelaine, no sabía que decir de los nervios así que decidí poner música, no sabía si ella mantenía los mismos gustos de antes por ello puse una playlist en aleatorio. Íbamos cantando y disfrutando del momento, por primera vez en mucho tiempo me sentí feliz, tan feliz y distraída estaba que no me di cuenta hacía donde me estaba llevando

Madelaine: sigues cantando lindo – dijo con una amplia sonrisa

: Qué puedo decir – dije con poca modestia

Madelaine: oh vamos, no vas a decir que sigo teniendo la voz más jodidamente sexy de todo este país – dijo sin quitar sus ojos del camino mientras yo no los quitaba de ella

: Esa es la Madelaine que recuerdo – dije con una sonrisa amplia, la cual ella me devolvió

El camino estaba siendo cómodo y dulce, hasta que me di cuenta qué canción se iba a reproducir, enseguida tomé el teléfono para cambiarla porque lo que menos quería era producir malos recuerdos, porque aunque a mí me traía los mejores de la vida, no sabía si a ella le pasaría igual o peor si ella no recordaba, supongo que tenía miedo a esto último, ¿ella habría olvidado todo aquello bueno que vivimos? digo, hay personas que solo recuerdan lo malo y no quería saber si a ella le pasaba, pero cuando iba a cambiar la canción ella puso su mano sobre el teléfono y dijo llegamos, entonces miré donde estábamos y me entraron una ganas terribles de llorar, era ese lugar donde nos escondíamos cuando nos escapábamos de clase a los quince y el que luego fue nuestro lugar de paz al crecer. O sea estábamos aquí, con yellow de Coldplay de fondo, como si nunca hubiera pasado nada, como si volviéramos 5 años atrás, con la única gran diferencia de que ambas estábamos vestidas formales, en un auto carísimo y que yo lo había arruinado todo.

ALMA MÍA - Madelaine Petsch EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora