Amor y Deseo (Golpear «Jugando»)

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A pesar del calor infernal que había en la habitación por culpa de los rayos del sol comiendo su casa, Leonardo sentía como su amor, su bebé grandulon lo abrazaba fuertemente por detrás, de repente el afeminado de la máscara azul hundió su cabeza en lo más profundo del pecho de su amor.
Papi, merezco ser castigado. —Susurro Leo provocativo. —Castigame.

—Lo que tú digas mi amor. —Rafael se bajó rápidamente aquellos pantalones blancos relucientes que lo hacían ver cómo un completo caballero. Era un caballero en la cama, eso lo sabia muy bien Leo.

Leo se aferró lo más que pudo a su pecho, pues su marido ya le estaba introduciendo lentamente la verga en su entrada, haciendole sentir único y muy amado, justo lo que había deseado desde que era un niño.
Quería chuparla, el pene de Rafael era el mejor de todos. Sobre todo cuando se comía, era delicioso, más delicioso que la pizza.

—Es hora de que Papi sufra también. —Rafael pidió ser castigado, lo pidió en un tono provocativo, le provocó que una oleada más fuerte de calor golpeara el cuerpo de Leo como las olas del mar golpeando contra los rocas.

Abrió las piernas de forma provocativa dejando ver su pene erecto, era enorme, era lo que más le gustaba de su miembro, no solo se comía ni se lambia, también se podía acariciar y una vez que había obtenido varias caricias dejaba escapar un líquido blanco viscoso que Leo lamía, le resultaba delicioso y no solo eso, lo enloquecía. Le enloquecía por como su hombre gemía a lado de el, le resultaba excitante.

No solo su pene, sino también su cuerpo, era tan musculoso, Rafael había trabajado tan duro durante casi toda su vida para verse bien. Y no solo eso, su culo era el mejor que había visto en toda su vida, cualquiera se lo hubiera estrujado muy bien desde hace cuarenta años.

Ahora Leo se encontraba sentado en el regazo de Rafael, con el pene de su macho entrando por su entrada de nuevo, desgarrandola por completo, un amasijo de carne y otras cosas de las que Rafael no estaba capacitado completamente para entender. Las embestidas que recibía por parte de su hombre eran inolvidables. El calor que le transmitía su marido a través de esas embestidas le hacían sentir el chico más feliz del mundo. Con todo completo.

El sexo había terminado tan solo unos minutos después, mientras Leo masajeaba desesperadamente el miembro de su marido de nuevo (Oyendo los fuertes gemidos de este que lo enloquecían) en busca de aquella fuente de líquido viscoso blanco que tanto le gustaba lamer.
Quería más.
Necesitaba Más.

Cuando el pene de Rafael ya no pudo más, sentía que iba a explotar por lo que se giro rendido, intentando evadir la mirada acusadora de su chico. Darle la espalda. Sus pensamientos recurrieron a otra cosa de repente, ya no se trataba solo de ellos, se trataba de su hijo, Miguel Ángel. No paraba de recordar cómo su novio abusivo le habia sacado a rastras (casi) del café más caro de toda la maldita ciudad de Fogville.

«Yo no se ni una puta madre...»

Rafael puso una mirada de tristeza en su  rostro para si mismo, recordando cada una de las palabras que el había dicho en aquel Café.

«...Fuera de mi puto camino»

Ahora se mostraba confundido, no sabia cómo ayudar a su hijo. Le había prometido algo que tal vez jamás cumpliría.

Leo noto el gesto de frialdad de su amor tras haberlo ignorado, por lo que dijo:

—¿Qué sucede bebé? —Su mano le acaricio el hombro, sus manos siempre eran suaves después de que hacían el amor. Era lo que más le enloquecía de su afeminado esposo.

Leo, actor retirado de un montón de dramas románticos LGBT, no le hizo falta examinar su comportamiento completamente para darse cuenta de que estaba pensando en su hijo.

—¿Es acerca de nuestro hijo, verdad? —Pregunto Leo, intentando ocultar su preocupación ante la situación con la que se estaba cruzando su hijo. No quería que su marido notara su preocupación ante la triste situación de su hijo. —¿Es por lo de su novio, verdad?

—Si. —Admitio Rafael, pero con una voz más ronca.


—¿P-p-por que hiciste eso? —Pregunto Mikey con una mirada incrédula que le resultó acusadora para Donnie.

—Ay vamos perra, ¡Solo lo hice JUGANDO! ¡SOLO FUE UN PUTO GOLPE! ¡NI QUE SE TE FUERAN A SALIR LAS TRIPAS PERRA ESTUPIDA! —Vocifero Donnie, le había dado un golpe en el abdomen a su amor. Y todavía había dicho «Jugando».

Tan solo en tres actos se escribía una escena.

1. Mikey cruza la puerta hacia la cocina.
2. Donnie cruza en su camino.
3. Donnie, con el puño cerrado, le descargo aquel puño en el abdomen.

Era una perra y siempre lo sería. En su trasero había encontrado escrito esa palabra con marcador permanente, era enorme y escrita con mayúsculas. Lo había descubierto cuando había ido al baño, a la hora de desnudarse para meterse en la ducha, echo un vistazo a su cuerpo en el espejo dándose cuenta de aquella horrible y siniestra palabra escrita en una de sus nalgas: PERRA.

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¿Les gusta el Gore?
Porque soy muy fanático de ese género.

Pues a partir de este capitulo, se verán partes con mucho Gore. Por lo que si a ti no te gusta el genero, eres libre de irte.

Violentometro [ ✓ ] [ ROTTMNT ] (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora