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Manosear

Estaba con la cabeza hundida entre la almohada. La almohada estaba húmeda, debido a las lágrimas que había soltado después de que su novio de bandana púrpura hubiera tomado un hacha en el garaje y le hubiera partido a la mitad la pantalla de su computadora. Recordaba como había sido su expresión al contemplar la pantalla partida a la mitad y su novio con el hacha, era de horror, se llevó las manos a la boca intentando contener su grito.
Su mirada decía: ¡¿Pero que hiciste?!
Pero eso si, intentaba no decir: Eres un imbecil de mierda Donn.

—Amor. —Era Donnie quien entró a la habitación mientras esté recordaba con el alma rota como su novio había destrozado con un hacha la pantalla de su computadora. —¿Sigues triste porque destruí tu ordenador? —Se sentó a un costado de la cama y una mano áspera de el acaricio el caparazón del menor.
No estaba triste, estaba enojado.

El menor intentaba ocultar su enojo ante la situación, su novio había destrozado su computadora con ese puto hacha, ¡¿Ahora quería que lo perdonaran?! ¿Y todavía el cabron lo estaba acariciando?

Aquel ordenador era el segundo que le habían regalado sus padres. El primero se lo habían regalado cuando el solo estaba en secundaria, en este momento se encontraría en la universidad, pero si no hubieran sido por las tentaciones de Donnie, se habría convertido en un médico exitoso. No en un YouTuber de mierda. Pero debajo admitirlo, le gustaba.
Seis años de primaria, tres de secundaria y tres de preparatoria, todo para convertirse en un horrible Blogger de internet.

—Ya se que puede alegrarte. —La situación se puso peor en cuanto Mikey sintió aquellas manos deseosas tocando su plastrón.

Mikey abrió los ojos como platos ante aquella situación, se había volteado debido a que las corpulentas manos de su novio lo forzaron a dejarse manosear por aquel hombre que le había quitado su oportunidad de convertirse en el médico que tanto había deseado ser. Quería salvar vidas y no hacerlas desperdiciar su tiempo.

Mikey quiso ponerle un alto a aquella situación, la mano de Donnie recorrió de su platron hacia sus piernas. El recorrido había sido muy incómodo para Mikey quien solo deseaba que esto acabara. Podía notar deseo en los ojos del mayor, al haber examinado su mirada. Sintió un nudo en su garganta, entre esfuerzos de poder hablar para ponerle un alto a aquella situación, el menor se sintió debil. El miedo de que su novio le hiciera algo aumento mientras la mano del otro recorría sus piernas lentamente, pues cuando se enojaba hacia cosas de las que el mismo se espantaba.

Su cuerpo se había congelado. No sabia porque pero el miedo lo tenía paralizado. Quería gritar que se detuviera, pero sus súplicas serían inútiles ante los oídos de su abusador.

Nada funcionaria viniendo de el.

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