XII. Eras mi sueño.

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Capítulo 12.

Eras mi sueño.

Axl se levantó a mitad de la madrugada y comenzó a caminar por el cuarto donde estaban ambos chicos.

-Axl, ¿qué haces? -se despertó al igual Slash.

-Regresemos a casa.

-Axl, pero... -el pelirrojo lo interrumpió y se le acercó.

-Slash, por favor, ¿sí? Necesito a mis papás, me siento raro y no por estar en un lugar desconocido. No. Sino porque siento que mi enfermedad va a regresar, me falta aire. Por favor.

El moreno le tomó la mano y asintió, tomaron sus cosas rápidamente, salieron del lugar y subieron al auto, Axl tenía a su zorro el cual estaba jugando con alguna cosa que Slash le había comprado, al sentarse lo sentó en sus piernas y se tranquilizó, lo menos que quería era asustar a Slash.

Lo menos que quería era verlo mal.

-Listo, regresemos a casa. -el pelirrojo asintió y se acomodó con la ventanilla abierta. Mientras su mascota mordía un poco su mano.

Pasaron horas, hora tensas. No se sentían así desde que se dieron su primer beso en la cabaña de sus abuelos, pero la tensión no estaba puesta por algo irrelevante.

Tenía mucha relevancia.

Pasadas unas cuatro horas Slash estacionó por su casa. No frente a ella a una cuadra de distancia.

-¿Listo para entrar a la realidad? -le preguntó mirando el cielo a punto de amanecer.

-¿Realidad? -ladeo su cabeza y le tomó la mano.

-La realidad en la que tú y yo... Somos hermanos -el silencio se volvió incómodo.

Fueron dos largos minutos de silencio, en los que incluso el malestar que Axl sentía se fue.

-Slash. -le tocó la pierna para captar su completa atención.

Lo que iba hacer era extremadamente vergonzoso, no por ser malo. No lo era en realidad era muy bueno. No se trataba de un beso, era algo más.

De un momento a otro se vio sentado sobre las piernas de Slash, con una pierna a cada lado. Una posición casi perfecta, pero no confundamos esta acción, no era por alguna calentura instantánea. Sino más bien en el acto lo tomó por ambas mejillas y lo obligó a verlo directamente a los ojos:

-Has escuchado la teoría de las almas gemelas -Slash asintió-. Bueno, Slash creo que cuando te miro me encuentro a mí mismo en tus ojos. Eres ese "alguien" que tiene el poder sobre mí, sobre todo lo mío. El único chico que me roba los sueños por las noches, él que me hace contar estrellas para encontrar una perfecta para intentar bajarla y dártela en el más bello obsequio, eres quién me hace quitar pétalo por pétalo de las rosas, tú, y solamente tú. Tienes mí corazón completo en tus manos, te lo entregó, lo pongo a tú merced. Eres quién a pesar de que me haga llorar, siempre será quién saque mis mejores risas. Eres tú, y jodidamente tú. Te regalo mí corazón, -Quito el pequeño dije que tenía rodeando su cuello, ese que él mismo había mandado hacer, con una piedra del lago que está cerca de la cabaña de sus abuelos. La colocó en el cuello del chico de rizos-, Prométeme que aunque lo pises y lo escupas en peleas absurdas o palabras que me hieran, será tuyo incondicionalmente. Sólo por favor desde lo más profundo de mi corazón, te pido que jamás me dejes solo. Solamente es tuyo, te lo regalo cuídalo muy bien, porque de ahora en adelante... Mi corazón -Apoyo la mano de Slash en su pecho, la parte izquierda-. Mi corazón es completamente tuyo.

¿Cómo había dicho tanto? No sabía por qué había salido tanto de él, estaba perfectamente seguro que todo lo que dijo es la pura y absoluta verdad. Ama con cada centímetro de su piel al chico moreno que tiene tomado por las mejillas en esos momentos.

"Los McKagan Stradlin" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora