Capítulo 8

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Ludo Bagman apareció casi de la nada en la tribuna principal.

-¿Todos listos? -preguntó. Su cara infantil parecía ansiosa por comenzar-. Señor ministro, ¿le parece si empezamos?

-Cuando tú quieras, Ludo -respondió Fudge, complacido.

Ludo sacó la varita, se apuntó a la garganta, y exclamó:

-¡Sonorus! -su voz se alzó a tal punto que al comienzo de su exclamación, tuve que taparme los oídos-. Damas y caballeros... ¡bienvenidos! ¡Bienvenidos a la cuadringentésima vigésima segunda edición del Campeonato Mundial de Quidditch!

Grité y aplaudí con ganas. No podía aguantar las ganas de que ya comenzara el partido. Vi ondear miles de banderas, junto al sonido de sus respectivos himnos. El panel que teníamos en frente borró su última publicidad y mostró a continuación: BULGARIA: 0 e IRLANDA: 0.

-Y ahora, sin más dilación, permítanme que les presente a... ¡las mascotas del equipo de Bulgaria!

Las tribunas en donde se veía un resplandor escarlata exclamaron con aprobación.

-Me pregunto que habrán traído -dijo el señor Weasley inclinándose hacia adelante-. ¡Aaah! -exclamó de repente, haciendo que me volteara y viera como se quitaba los anteojos y los empezaba a limpiar rápidamente-. ¡Son veelas!

-¿Qué son vee...? -empezó a preguntar Harry, pero en el momento en que un centenar de ellas salieron al campo se quedó quieto y con la boca abierta mirando. Al igual que Ron, George, Fred, en fin, todos los chicos (sí, incluso Percy). Hermione, Ginny y yo nos miramos con una ceja alzada. ¿Es una broma verdad?

Empezó a sonar música y las veelas se pusieron a bailar con una danza que no comprendí del todo. Eran bellas, eso no se podía negar, pero ¿era para tanto? Luego recordé que en realidad son remanentes de las sirenas y pues, tenía bastante sentido lo que ocurría. Las veelas empezaron a aumentar la velocidad de su danza, y poco a poco sentí como Harry a mi lado empezaba a levantarse y a poner un pie sobre la pared de la tribuna principal.

-¡Harry! -exclamé-. ¿Qué demonios crees que estás haciendo?

Tomé de la manga de su chaqueta y tiré para que se volviera a sentar, cosa que no fue muy fácil, pues él parecía seguir ensimismado en su idea de saltar al mismísimo suelo del campo de quidditch. Luego de unos segundos, por fin empezaba a entrar en la realidad, y ambos vimos como a su otro lado Ron, también estaba bastante preparado para lanzarse de la orilla.

El estadio se cubrió de gritos de protesta, pues no querían que se fueran las veelas, y al parecer ninguno de los chicos tampoco. Ron de hecho, estaba destrozando, espero que sin darse cuenta, los tréboles de su sombrero. Al ver esto último, el señor Weasley le quitó el sombrero de las manos con una sonrisa.

-Lamentarás haberlos roto en cuanto veas a las mascotas de Irlanda -le dijo.

Ronald seguía sin escuchar por completo. Hermione chasqueó la lengua, mientras yo le daba un último tirón a Harry, que lo dejó sentado esta vez sin complicaciones, y ella le daba un sutil codazo a Ron.

-¡Qué ridiculez! -exclamó Hermione.

-Y ahora -bramó la voz de Bagman-, tengan la bondad de alzar sus varitas para recibir a... ¡las mascotas del equipo nacional de Irlanda!

Justo en ese momento, algo que parecía ser un cometa color oro y verde entró en el estadio como una bala, dio una vuelta alrededor del campo de juego, y luego se dividió en dos cometas pequeños dirigiéndose a toda velocidad hacia los postes. Repentinamente se formó un arco iris que se extendió a lo largo del campo de juego, conectando ambas bolas de luz. Luego, el arco iris se desvaneció, dando paso a la nueva unión de las bolas de luz, que luego se abrieron formando un reluciente y enorme trébol, que se elevaba sobre las tribunas. Empezó a caer de él algo parecido a una lluvia dorada.

Charlotte y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora