Capítulo 14

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La lluvia espesaba cada vez más a medida que avanzábamos por el camino hacia el castillo, y sumándole eso al hecho de que el cielo estaba tan oscuro, las luces de los vagones se encendieron a eso del mediodía. Pero mi salvación para no quedarme dormida, llegó no mucho después. El carrito de comida apareció traqueteando por el pasillo, y luego de que Harry comprara tortas con forma de caldero, me apresuré a comprar varias varitas de regaliz para repartir. 

A lo largo del trayecto, Seamus, Dean y Neville pasaron a vernos a nuestro compartimiento. Seamus aún llevaba su escarapela de Irlanda, aunque parecía que iba perdiendo su magia de a poco, pues sus gritos eran bastante débiles. Comenzamos a hablar del partido, y Hermione, al ver que la charla de quidditch no se iba a acabar pronto, sacó su copia de El Libro Reglamentario de Hechizos, Nivel 4, y empezó a intentar aprenderse el encantamiento convocador. De todos los que estábamos en el compartimiento, Neville había sido el único que no había ido al Mundial, así que prestaba especial atención a nuestra recreación del partido en nuestros relatos.

-Mi abuela no quiso ir -dijo con tristeza-. No compró entradas. Supongo que habrá sido impresionante...

-Lo fue -corroboró Ron-. Mira esto, Neville...

Revolvió durante unos segundos en su baúl, y luego le puso en la mano a Neville, su estatuilla de Krum.

-¡Que increíble! -exclamó Neville maravillado, viendo como la miniatura caminaba hoscamente por su palma.

-Lo vimos muy de cerca, además -añadió Ron-, porque estuvimos en la tribuna principal...

-Por primera y última vez en tu vida, Weasley.

Draco acababa de aparecer en el marco de la puerta, con Crabbe y Goyle detrás. Seguramente habían estado escuchando nuestra conversación a través de la puerta que Dean y Seamus habían dejado entreabierta.

-No recuerdo haberte invitado a entrar, Malfoy -le dijo Harry, fríamente.

-¿Qué es eso Weasley? -le preguntó Draco, señalando a la tela roja que cubría la jaula de Pig.

Ron intentó ocultarla, pero Draco fue más rápido; la tomó y tiró de ella.

-¡Miren esto! -dijo extendiéndola. Resultó que no era solo un trozo de tela roja, sino que era una túnica de gala con puños de puntilla y el cuello a juego-. No pensarás ponerte esto, ¿eh, Weasley? Fueron el último grito de la moda hacia 1890...

-¡Vete a la mierda, Malfoy! -le dijo Ron, quitándole la túnica de las manos, con la cara del mismo color que la tela.

Draco se rio sonoramente, con sus gorilas coreándole.

-Así que... ¿vas a participar, Weasley? ¿Vas a intentar darle algo de gloria a tu apellido?

-Su apellido tiene más gloria que tú y con creces -le dije a Draco con voz enfadada. Con los Weasley no.

-También hay dinero, por supuesto -continuó Draco, ignorándome-. Si ganaras, podrías comprarte una túnica decente...

-¿De qué hablas? -preguntó Ron, bruscamente.

-¿Vas a participar? -repitió el rubio-. Supongo que tú sí, Potter. Nunca dejas pasar una oportunidad de exhibirte, ¿no es cierto?

-Draco, explícate de una buena vez si lo vas a hacer... -le advertí.

-O te explicas, o te vas -añadió Hermione, irritada, por encima de su libro.

Draco, bastante alegre, puso una de sus sonrisas de superioridad.

-¡No me digan que no lo saben! -dijo muy contento-. ¿Tú tienes en el Ministerio a un padre y a un hermano y no lo sabes? Dios mío, mi padre me lo dijo hace un siglo... Cornelius Fudge se lo explicó. Pero, claro, mi padre siempre se ha relacionado con la gente más importante del Ministerio... Quizás el rango de tu padre es demasiado bajo para enterarse, Weasley. Sí... seguramente no tratan asuntos importantes con tu padre delante.

Charlotte y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora