Capítulo 26

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Al día siguiente desperté con un rastro de dolor de cabeza por haber llorado la noche anterior. Aunque era poco; conversar con las chicas realmente me ayudó. 

-¿Te sientes mejor? -Lavender era quien preguntaba, mientras se terminaba de poner las medias.

-Sí, bastante -le sonreí, mientras empezaba a vestirme-. Muchas gracias, a todas, en serio. Fue muy lindo lo que hicieron.

-No tienes de que agradecer -dijo Parvati-. Si quieres hablar alguna vez, de cualquier cosa, aquí estaremos.

Ambas salieron tomadas del brazo, luego de despedirse con la mano. Hermione se sentó al borde de mi cama a esperar mientras yo terminaba de cambiarme.

-Tengo algo que decirte -puso una expresión seria, mientras yo me arreglaba el cabello en una coleta alta-. No te lo dije ayer porque estabas mal.

-¿Qué ocurre?

-Bueno, Ron... no creo que les vaya a hablar muy pronto a Harry... o a ti...

-Tiene que ver con el Torneo, ¿no? -mi expresión se ensombreció-. Él también piensa que fuimos nosotros.

-No lo creo, no en realidad -dijo Hermione. La miré con una ceja alzada-. Mira, solo dale tiempo, lo entenderá.

-Intentaré hablar con él de todas maneras -le aseguré, terminando de ponerme la túnica y lista para ir al comedor.

-Está desayunando ahora, probablemente -asentí-. Lo vi salir de la sala común hace un rato. Es que me desperté bastante temprano -me explicó-. Si quieres puedes ir con él. Yo intentaré distraer a Harry un poco, yendo a caminar por el lago. Le llevaré tostadas, así que te acompaño al Gran Salón.

-Bien.

Salimos del dormitorio y luego de la sala común, mientras hablábamos de lo que había ocurrido, y yo la ponía al tanto de todo lo que se había hablado en cuanto cruzamos la puerta por la que se dirigieron los campeones. Hermione nos creía, y se puso a crear bastantes teorías en el camino, así que la dejé contarme todo, mientras yo escuchaba a medias, pensando en si tendría finalmente el valor de entrar en el comedor para enfrentar al resto del colegio.

Finalmente llegamos a la enorme entrada del Gran Salón.

-...así que creo que deberías escribirle -concluyó Hermione, algo que no entendí del todo-. Bueno, vamos, entremos.

-Hermione... de hecho, creo que voy a... hacer eso que mencionabas...

-¿Escribirle a Sirius? -terminó mi oración-. Sí. Te digo que es una buena idea, y de todas maneras, no creo que no se entere. Nos vemos luego, Lottie.

Y entró al comedor. He de admitir que era una buena idea, aunque me sentí culpable al no haberla escuchado en todo momento. Tomando su sugerencia, pasé por pergamino y pluma, y empecé a caminar sola hacia la pajarera de las lechuzas. No fue un mal recorrido, estuvo calmado y silencioso al no haber ningún estudiante en los alrededores, pero me habría gustado que estuviéramos los cuatro: Harry, Hermione, Ron y yo, tan alegres como siempre, conversando de cualquier cosa que se nos hubiera ocurrido. Di un largo suspiro antes de por fin entrar en la pajarera. Busqué a Lucy con la mirada y fui a ubicarme junto a ella. Hedwig también voló hasta mí y se dejó acariciar, ululando con alegría.

-Estoy de vuelta otra vez, ¿me extrañaron? -ambas ulularon al mismo tiempo en tono afirmativo, o bueno, al menos a mí me sonaba a un tono afirmativo-. No se enfaden conmigo, pero hoy no les pude traer ninguna golosina. Venir aquí fue una decisión de último minuto, ¿saben?

Me di cuenta entonces, de que quizás a ninguna le interese mucho mi monologo. Volteé a verlas, y ambas estaban bastante entretenidas picoteando algo en un agujero de la pared. 

Charlotte y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora