Capítulo 4

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Temari corría por todas las calles de París, su comadreja la seguía, al igual que los guardias que intentaban capturarla. Armó escándalo en la ciudad. Tiró barriles haciendo tropezar a los guardias, quienes cayeron al suelo torpemente. 

 Cambió de dirección para confundir a los guardias, por desgracia no se imaginó que los guardias tomarían un atajo, atrapandola. 

—¡Sueltenme! —forcejeó. Los guardias rieron—. Imbéciles ¡Se arrepentirán!

El general de los guardias logró seguir a su paso y bajó del caballo mirando de reojo a Temari. Ella lo reconoció, la vez pasada la había ¿Salvado? Ahora se la iba a llevar como prisionera.

—La atrapamos señor —dijo uno de los guardias con una sonrisa. Temari lo golpeó hábilmente en su entrepierna—. ¡Uh! 

—¡Zorra insolente! —un guardia le apretó el brazo. 

—Basta —dijo el general, Shikamaru—. Yo soy el único que puede hablar aquí. Suéltenla.

Temari frunció el ceño confundida.

¿Hablaba en serio?

—Pero señor...

—Dije que la suelten —ordenó—. El festival será muy pronto, será un fastidio si la capturamos antes del día de los bufones, esa fue mi orden de esta mañana. No se capturará ningún gitano hasta después del festival, ¿acaso no lo entendieron? —Temari mantuvo una expresión firme. Los guardias no confiaban en el nuevo general como el Juez Yahiko.

Shikamaru elaboró una pequeña seña a su caballo, seña que Temari logró notar. Su caballo relinchó y se fue contra uno de los guardias. El guardia cayó al suelo, y la comadreja de Temari saltó hacía el otro y lo embistió aterrorizando al pobre hombre.

Ambos guardias huyeron de los animales que los arañaban y perseguían.

Temari acarició su brazo.

—Eres extraño —dijo, seria. Le sacó una media sonrisa al nuevo general. 

—Vaya forma de darme las gracias, problemática —miró el brazo de la rubia, se veía la pequeña marca roja en su brazo, debido al apretón del guardia. Rozó su brazo, delicadamente—. ¿Estás bien?

A Temari se le erizó la piel, su cuerpo se estremeció por dentro, el tacto del azabache de ojos marrones la puso un poco incómoda.

—Nunca he estado mejor —respondió. Sintieron sus respiraciones muy cerca. 

—Vete antes de que regresen —susurró. 

Temari se preguntaba porqué lo hacía, era la segunda vez que la salvaba de ser capturada, de caer en las manos de Yahiko y de ser tal vez quemada en una hoguera o ahorcada. 

—No confío en ti, ¿sabes? —dijo. Se marchó sin darle una última mirada, su comadreja la siguió y desaparecieron entre los callejones de París.

Suspiró cansado. 

Se estaba volviendo loco por una gitana que ni siquiera conocía, entendía que ella no confiara en él. Y no le preguntó su nombre.

• • •

Hinata y Tenten caminaban por las oscuras y escalofriantes catacumbas. Tenten alumbraba con una antorcha los fríos pasajes con muros de rocas y esqueletos que asustaban a la pobre Hyuga. 

—Perdí mi pandereta —musitó Tenten. Hinata recordó que su primo agarró aquella pandereta que su amiga había perdido—. Qué se vaya al infierno la persona que la cogió. 

Nuestra Vida En París //Sasusaku, Shikatema, Saiino, Gaamatsu, Naruhina, NejitenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora