Capítulo 5

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Matsuri leía un libro nerviosa, sintiendo la mirada de Gaara sobre ella, apenas si le prestaba atención a su hermano Kankuro. Observaba la lista de actividades y cosas que tenían que preparar para el festival. 

—Tendremos el mejor festival de la historia —Kankuro sin darse cuenta, tiró vino en la lista.

—¡Kankuro! —dijo Gaara intentando calmarse—, manchaste la lista. Eres un desastre andante.

Su hermano rió.

—Ups —volvió su mirada a Matsuri—. Matsuri, tus padres te andan buscando por todos lados. Dijeron que necesitan hablar contigo. ¿Sucede algo?

—No, Kankuro, no sucede nada —respondió—. ¿Por qué sucedería algo? 

—Porque estaban con un chico que parecía un poco preocupado por ti. El gitano... —buscó el nombre en su mente—, ¡Mikoshi! 

Gaara tuvo buenas razones para mirarla fijamente, frunció el ceño disgustado, Matsuri mordió su labio nerviosa, no sabía que decir. Sonrojada miró a Gaara y luego a Kankuro que esperaba una respuesta.

—Ayuda a mis padres con unas cosas —cerró el libro, se levantó y dejó el libro en el pequeño sillón de madera—. Tengo que buscar a Temari, con su permiso...

—No puedes irte —Gaara se levantó de su silla, Matsuri abrió los ojos en blanco—, tenemos que hablar de unos asuntos —Kankuro sonrió—, en privado.

El castaño rodó los ojos con fastidio. 

—Ni quería saber de todos modos, adiós —se esfumó, literal, por obra de magia. Matsuri y Gaara voltearon hacia un extremos de la habitación, Kankuro estaba debajo de la mesa. Salió de su inútil escondite divertido—. ¿Vieron? Mis trucos de magia empiezan a mejorar más. 

—Largo Kankuro —señaló Gaara.

Su hermano alzó las manos rendido.

—Bien —se marchó y cerró la puerta.

Gaara y Matsuri permanecieron callados durante seguros, ella seguía incómoda por lo que había pasado en su despacho, ¿incomoda? ¡Más bien avergonzada! La lujuria y el deseo se apoderó de su cuerpo en ese momento, su conciencia no la dejó pensar en las consecuencias.

—No tienes que estar avergonzada —las mejillas de la castaña se encendieron—, ambos lo deseamos. No niegues que es así.

—No lo niego, señor —confesó más avergonzada—. Pero si estoy muy apenada. No sé como mirarlo a los ojos.

—Mírame como lo has hecho siempre —levantó su mentón—. Matsuri, tengo sentimientos hacía tí desde hace mucho, incluso desde que tengo memoria, antes de ser el rey de los gitanos.

Acercó sus labios a los de ella.

—Señor...

—Disfrute eso tanto como tú —juntó sus labios a los de Matsuri, ella correspondió su beso sin resistencia, tímidamente llevó sus manos a la nuca de Gaara hasta llegar a su cabello. Él apasionado, deslizó sus manos a la cintura desnuda de la castaña y la apegó con resistencia.

—Mi señor... —pronunció con pena, respondiendo a los besos de su amado rey intentando alejarse, pero no lo hacía, amaba tenerlo cerca suyo—, esto no es correcto...

Las manos de Gaara viajaron a sus posaderas, la alzó en sus brazos como si no pesara como una pluma, y la apresó entre su cuerpo y la firme pared consiguiendo que Matsuri sintiera a través del camisón cada músculo de su piel contra ella. 

Nuestra Vida En París //Sasusaku, Shikatema, Saiino, Gaamatsu, Naruhina, NejitenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora