Capítulo 1

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Primer capítulo. 

1. Un día como todos en París.

Era el siglo XIV, en París, Francia el sonido de las campanas de la catedral despertaban a los parisinos. La gente comenzaba a entrar a la iglesia a rezar, los niños jugaban en las calles, y otros trabajaban en sus puestos de mercado, el pan recién horneado era delicioso, y la multitud de la gente caminando libremente era maravilloso. 

Naruto.

Un chico joven con cabellera dorada y ojos azules tenía la mirada fija hacía abajo, observando a toda la gente desde lo alto del campanario, encerrado, apartado de la sociedad sin ningún conocimiento de la gente o el exterior. Para él, estaba prohibido salir, comunicarse con el mundo o con alguna persona.

¿Porque no salía de ese lugar tan solitario?

Sencillamente era por una persona : Yahiko.   

Un Juez amenazador de París, un hombre cruel y muy desconfiado, con un odio a muerte a los gitanos, quién manda a sus guardias a ir tras los gitanos. Por su posición como Juez de París, posee un poder considerable sobre la guardia real y las decisiones de condenar a alguien a muerte.

Sin embargo, fue el hombre que lo acogió cuando era un indefenso y pequeño bebé después de que su madre lo abandonara frente aquellas puertas de la gran catedral debido a las feas y extrañas rayas de sus mejillas. Durante casi diecisiete años Yahiko lo crió y le enseñó mucho como si fuera su padre adoptivo, para ocupar lo, lo convirtió en el campanero de Notre Dame. Era un trabajo duro, pero lo mantenía ocupado la mayor parte del tiempo. 

Mientras él permanecía aislado arriba en el campanario, junto a las gárgolas y campanas, Yahiko lo dejaba solo para dirigir el Ministerio. Justo en esos momentos estaba solicitando más guardias debido a unas pequeñas circunstancias que muy pronto iban a suceder en París.

Odiaba estar solo, incluso acompañado de las estatuas y gárgolas de piedra que lo hacía sentir triste y mucho más cartujo de lo que ya era. Observaba los pájaros volar ordenadamente, imaginando lo grandioso que fuera ser uno de esos pájaros conviviendo con los demás.

Sólo pensaba en una sola cosa.

En salir.

¿Cuando por fin podría salir de ese deshabitado campanario?

Pues, nunca. Lo tenía prohibido.

—Todos parecen hormigas desde aquí... —masculló.

Unos pasos lo helaron de pies a cabeza, cada vez que escuchaba esos pasos sabía de quién era, su amo, señor y protector. Volteó y ahí estaba, acercándose poco a poco, tenía una piel blanca y un notable pelo anaranjado. Sus ojos eran de color marrones que expresaban seriedad.

Usaba una toga negra de juez con motivos morados, tiene un gran birrete morado y negro a rayas con una cinta roja y hombreras con rayas rojas y negras. También lleva anillos amarillos en sus dedos, dos a la derecha y otro a la izquierda, con las joyas de color rojo, verde y azul. Muy apuesto la verdad, aparentaba como unos 30 años. Un hombre joven atractivo, apuesto, pero despiadado y serio.

Si Yahiko lo hubiera escuchado tal vez le hubiera dado uno de sus buenos sermones, uno de los cuales él le habla sobre lo horrible que es el mundo.

—Buenos días, Naruto —dijo su amo, el Juez Yahiko. Llevaba una cesta con comida para que ambos comieran.

—Buenos días, amo.

—Dime, ¿que hacías? —dejó la cesta en la pequeña mesa de madera en la que ambos siempre compartían alimento.

Nuestra Vida En París //Sasusaku, Shikatema, Saiino, Gaamatsu, Naruhina, NejitenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora