Capítulo 6 -juegos de azar-

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Busqué por todo el sitio a Veinte o a cualquiera de mis amigos. Este espacio aún no lo habíamos descubierto en la semana que llevábamos aquí. Era más grande que el anterior y su tejado se definía por una ventana circular que hacía juego a los círculos más grandes que la atrapaban por todas las paredes dándole textura. El centro impactante de la habitación era aquella ventana.

Deambulaba y antes de hallarme a alguien, mantenía una profunda reflexión de lo que estaba desarrollando en mi cuerpo. Mis reflejos se hacían más presentes en cada etapa. Aunque en esta casi no la pasaba, pude reaccionar con mejor precisión. No nos proporcionaban ninguna pastilla o medicina para mejorar, sino que al ponernos en una situación en peligro o de alerta, nuestro cerebro se prepara con agilidad para enfrentarlo de la mejor manera y así, ejercitarlo para más momentos de tensión.
Era de emocionarse que esté dando un buen resultado.

Al ser la única en esta estación decidí marcharme por la puerta en la que se había ido el asistente. Al introducirme por esa misma, daba a un enorme pasillo. Cuando lo atravesaba, a los costados se encontraban más puertas que daban a otras posibles secciones. Sin embargo, esta vez no se me hacía factible irme por una de esas, no me daba buena espina. Opté por irme a la del fondo, confiaba que llegaría al inicio del sala de espera.
Al abrir la otra puerta, ya me esperaba Treinta y dos viendo a mi dirección.

—¿En dónde te tocó? Según me explicaron hace unos segundos, es que aparecías en diferentes puntos dependiendo de tu selección de pasillos. ¿No es genial? —soltó Treinta y dos con gran emoción.

Giré para ver el entorno y había acertado. Ésta me había traído a la sala de espera.
Tenía que confiar en mis corazonadas, funcionaban con más frecuencia.

—Me tocó en un cuarto con una ventana en el techo circular, de ahí se iban abriendo más y más círculos blancos. Un poco confuso para describir pero espero que un día lo aprecies tú mismo.

Traté de explicarle con mis manos, formando las figuras en el aire. No obstante, sólo logré confundirlo más.

—Bueno, cuéntame cómo era el tuyo.

—El mío es más simple de explicar, porque en realidad no era mucho que observar—voltea a una dirección que no entiendo del todo y vuelve a mirarme—. Salí en otro pasillo, como un laberinto, las paredes eran tan grandes que se perdía en el techo. El color de este laberinto era blanco a perlado, cómo cristalino. El camino tenía curvas por lo que tenías que ir despacio para no chocar con otra pared. El silencio intimidaba incluso peor que en la prueba. Intenté encontrar una salida lo más pronto posible y cuando salí, el de las encuestas me esperaba afuera. Me explicó lo que te dije, hice la encuesta y luego te encontré. No recuerdo ver por donde se fue.

Nos quedamos en silencio, un silencio pensativo. Parecía que estaba planeado a la perfección, como si sabrían qué sucedería.

—El misterio que abunda este proyecto es increíble. Hay tantas cosas por que explorar y  nada más nos han mostrado menos de un diez por ciento, o eso le calculo yo. —agrego con los ojos puestos en el piso. —Si hay cosas que no hemos explorado, eso significa que todavía no conocemos por completo su intención con esta investigación. ¿Qué tal si quieren otro propósito?

Me quedé pensando en esa pregunta detonante. Era muy temprano para juzgar sus objetivos ya que prácticamente llevábamos una semana aquí, pero cuestionarnos su finalidad no sonaba rebuscado. El territorio se valoraba en millones y millones de dólares. ¿Porqué una compañía y una empresa gastarían tanto en construirlo tan gigantesco? Sonaba que jugaban en una cuerda floja al desenlace del proyecto. Todavía no podían asegurar que funcionaría o ¿Sí?

Experimento PentagonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora