Después de tantos años, los Vulturi deciden reclutar a nuevos vampiros para su guardia, quedando entre cien de ellos solamente ocho vampiros gracias a sus dones excepcionales.
Los reyes Vulturi estaban fascinados por los nuevos miembros, emocionados...
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—Y ya saben el final.— murmuró con la vista nublada, mirando a cada uno de los reyes.— desde ese día, si debía alimentarme de sangre humana... buscaría otra alternativa.
Silencio.
—La mayoría del tiempo me pregunto... ¿Por qué salí? Si no hubiese salido esa noche... no estaría acá.— murmuró con una sonrisa amarga.— Quise matarme...
》Hice todo intento de suicidio y nada funcionó, ni siquiera el sol ayudó.《
Rió.
—Ahí comencé a buscar respuestas, ya tenía en mi cabeza la palabra vampiro pero, como dije anteriormente, no quería creerlo.— siguió hablando.— cuando logré encontrar un escondite... comencé a adaptarme a mi entorno... a estudiarme, ver mi fuerza, la velocidad, la sangre... lo tenía todo en mi cabeza, luego empecé a robar las bolsas de sangre... para no matar a alguien, con el paso de los días comencé a robar otras cosas.
》Luego... de acostumbrarme, un día cuando iba por la noche, escuché a una mujer pidiendo ayuda en donde me di cuenta que otro vampiro había en la zona.《
—Lo detuve, ambos peleamos.— siguió.— gané de suerte... él huyó, cuando luego aparecieron esos vampiros hippies, diciéndome que era alguien fuerte y ruda...
》Y que podría servir para algo, tener un propósito.《
—Y pensé para mí misma... ¿Realmente puedo servir para algo? ¿Puedo ser alguien siendo un monstruo?— habló para si misma.— por eso estoy aquí, no vine porque estaban buscando gente con dones como los X-men, de hecho ni siquiera sabía que podíamos tener súper poderes, tampoco vine porque pensé que eran una maldita secta satánica de vampiros...
》Vine para buscar ayuda, vine... a encontrar una respuesta a mi pregunta, porque creí que ustedes me podían ayudar.《
Silencio.
—¿Y pueden hacerlo?
Todos los pares de ojos del lugar miraron a la neófita para luego mirar a los reyes esperando una respuesta.
—Si.— habló Caius mirándola fijamente, llamando la atención de sus dos hermanos.— nosotros te ayudaremos.
Y por primera vez Paola le sonrió e inclinó su cabeza con respeto hacia el rubio.
—Gracias.— murmuró con sus sentimientos alborotados. No era su intención contarles, solo salió desde lo más profundo de su corazón ya que no podía soportarlo más. Ahora que había contado lo que se había guardado por tanto tiempo se sentía más aliviada, como si una mochila sobre sus hombros hubiese desaparecido.— y como dije... no vine a lastimarlos... no quise atacar al amo Marcus...
