IV

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Alia

Recuerdos...

Para mí lo han sido todo. Con ellos viví muchos años aferrada a la esperanza de volver a ver, me daban fuerzas y traían alegría en momentos de miseria, pero ahora, los recuerdos nuevamente volvían a ser parte vital en mi vida, recordaba todo el tiempo el último momento en que vi a mi hermana, a mis padres, mi mejor amiga y el último instante en que vi a Silas

...después de ello, aprendí que los recuerdos, más que momentos guardados en tu memoria, se convierten en tu razón para seguir con vida, para anhelar...y para vivir.

14 días antes...

Las lágrimas nublaban mi visión mientras seguía cortando con ahínco la cerradura, con todas mis fuerzas traté de contener mis lágrimas, pero mientras mi cerebro me instaba a que siguiera con mi plan de escapar, mi corazón solo quería que llorara como si no hubiera un mañana, temiendo lo peor.

¿Qué pasaría si me descubrían? ¿y si moría en el intento? ¿era mejor esperar a que Silas viniera por mi como la última vez?

Sentía que esta vez las cosas eran distintas. Ya habían pasado dos días y Asher aun no aparecía desde la ultima vez que le vi cuando bajamos del auto al llegar a la mansión donde noches antes Silas había llegado y me había llevado con él. Esta vez sentía que él no podría salvarme, algo dentro de mí me lo decía y por ello debía seguir cortando.

Cuando finalmente pude abrir la puerta del balcón de mi habitación, escuché el sonido de la puerta principal desbloqueándose, seguido de ello entró una mujer de mediana edad que me observó con curiosidad al ver que me había quedado parada cubriendo mis manos y la cerradura.

- Deberías comer... - musitó la mujer fijándome que tenia una bandeja en las manos con comida.

Tragué saliva negando mientras ella se dirigía a la mesilla para dejar la bandeja con total cautela.

- No tengo hambre, muchas gracias – musité con la voz quebradiza, limpiándome las lagrimas cuando se giró a verme con detenimiento.

Se encogió de hombros sentándose al borde de la cama mirándome fijamente – Es difícil que logres saltar de ese balcón, me imagino que habrás hecho una cuerda con la tela que encontraste y por ello esta pobre cama ya no tiene más que un sobrio colchón – determinó colocando la mano para pasarla por el colchón con lentitud mientras lo miraba.

Mantuve como pude mi temblor y negué – No se de que me hablas, no intento escapar – murmuré desvaneciéndose mi voz

Poco a poco se fue acercando a mí, hasta que estuvimos frente a frente, a pesar de que era un poco mas baja que yo, la determinación con la que me observaba era intimidante. Agaché la mirada cuando con delicadeza me apartó de la puerta, dándose cuenta que había logrado romper la cerradura.

Al empujar la puerta, se dio cuenta que esta se abrió girándose a verme sorprendida, en ese momento se lanzó a abrazarme.

- Pase lo que pase, mantente a mi lado... - murmuró cuando llegó un hombre de negro.

- ¿Qué? – musité en su odio tratando de separarme.

Con fuerza, me abrazó más fuerte – te protegeré todo lo que pueda, simplemente Alia – murmuró haciendo que me quedara de piedra, así me llamaba Silas, solo yo sabia de ese nombre que me tenía y la única forma de que ella lo sepa, es que lo haya mandado Silas.

Después de ello, salimos de la habitación donde me encerraron y en la entrada me encontré con Asher, quien me observó y solo sonrió asintiendo a la mujer a mi lado

Mírame - #2 - Trilogía SentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora