VII

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Silas

- No puedo creer lo que estuvo a punto de suceder – tomé mi cabello jalándolo hacia atrás desesperado, me levanté del sofá viendo que Alessandro fumaba un cigarrillo con total tranquilidad – La pudo violar

- Estaba intentándolo cuando llegamos – comentó, separó las piernas mirándome que caminaba por todo el salón como un león enjaulado – pero no lo hizo

Me detuve girándome a verlo - ¿Cómo estás tan tranquilo? Estaba a tu cuidado

Alessandro asintió – lo está aún, pero logramos salvarla. Es más de lo que muchos mujeres en manos de Asher han podido, mira por lo menos a Katherina – apuntó haciendo que asintiera.

Eso era verdad, Katherina no es la hermana de Asher, ella pertenecía a una familia muy poderosa de Noruega y hace unos años, la secuestraron y mataron a toda su familia frente a ella, desde entonces vive con ellos siendo prisionera. Me pregunto, si Alia alguna vez habló con ella y sabe del pasado de Katherina.

- Debo agradecerte, hermano – me senté tomando un cigarrillo que me ofreció

- no tienes por qué agradecer – se encogió de hombros lanzándome un encendedor. Encendí mi cigarrillo tomando una bocanada – solo limítate a responder algo

Me gire a verlo asintiendo. Alessandro se acercó a mi sin quitar contacto visual conmigo.

Cuando iba a hablar, Ella bajó trotando y se detuvo cuando nos vio. Nos giramos a ver, mientras soltaba el humo.

- Alia está despertando – nuevamente, volvió a subir trotando por las escaleras, haciendo que me levantara apagando el cigarrillo. Cuando fui a subir las escaleras Alessandro me llamó.

- La cuidaré siempre, incluso cuando todo esto acabe – comentó haciendo que me girara a verlo – se que la amas y sé lo doloroso que es que alguien que amas, te es arrebatado por la familia Ferrer – finalizó saliendo fuera de la casa mientras Ella volvía a llamarme.

Alia

No sabía nada. No quería nada.

Ni siquiera quería despertar y enfrentarme a la realidad... a la realidad que vivía, sin embargo, mi subconsciente se encargó de mostrarme que aun a pesar de todo, seguí siendo igual de fuerte así que abrí los ojos y lo primero que observé al girarme a mi izquierda fue a Silas con la cabeza sobre mi mano que tenía entre las suyas.

Estaba completamente pacifico mientras sus manos cubrían las mías e inevitablemente sonreí comenzado a pasar mi mano por su cabello alborotado con la mano libre. Inmediatamente se despertó y al verme sonriente, se lanzó tomando mi rostro entre sus manos.

- Estaba muy asustado – murmuró mirándome fijamente analizándome con detenimiento.

Posé mis manos sobre las suyas – No deberías estarlo. Solo me quedé dormida por el cansancio – mentí descaradamente mientras Silas negaba.

- Si hubiéramos llegado un minuto tarde... - murmuró agachando la cabeza alejándose de mí, se intentó apartar, pero lo tomé con delicadeza implorándole que se quedara a mi lado. Era lo que necesitaba. Solo lo necesitaba a él – Jamás me lo hubiera perdonado

- Pero llegaste, Silas – afirmé decidida tomando su cara para que levantara la vista a verme – escúchame bien, Silas. Él me puede tener presa en esa mansión de oro, me puede hacer lo que quiera, pero hay algo que jamás tendrá... y es mi amor por ti. Te aseguro que él ni nadie hará que se desvanezca, solo tú tienes el poder de conservarlo y hacer que crezca aún más o de destruirlo hasta que no quede nada.

Mírame - #2 - Trilogía SentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora