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Alia

Matrimonio...

Fue la palabra que por ningún momento dejó de aparecer en mi mente durante las siguientes dos semanas a mi llegada, pero a pesar de ello, decidí continuar porque independientemente de lo que me dijera Maia, confió en que Silas tomará una decisión y sabrá respetar el hecho de que somos muy jóvenes para ello y debe haber otra salida que no implique muertes...sé que esto último es casi imposible en un mundo donde la muerte es una aliada y una sombra constante de todo mafioso, pero guardaba la esperanza de encontrar otra salida.

Nadie merece morir de formas tan crueles y despiadadas, siempre he pensado que vivir es un milagro, un lujo, algo que nos da oportunidades y el tener el poder de arrebatarle todo ello a una persona, me parece muy inhumano y falto de moral, sin embargo, en este mes y medio, me he fijado que existe algo que supera cualquier pensamiento o hecho que llegue a sentenciar la vida de un hombre.

Limites. Limites ante cualquier acontecimiento, acto, pensamiento, personalidad o decisión que suceda en el mundo. Los límites nos definen como personas y definen nuestro nivel de equilibrio entre maldad y benevolencia. Definen que tan buenos o malos somos en el mundo y hasta qué punto podemos llegar dependiendo de la situación, sin embargo, aquello era algo que debía explorar aun.

En mi estadía en la mansión Ferrer, tuve pequeños actos de revelarme contra todo, sin temer las consecuencias de mis actos y mis palabras, pero... aun no sabía que sucedería si un día todo se derrumba y Asher es capaz de romper toda barrera que me impida ser la persona que soy y me convierta en alguien que nadie pueda reconocer.

....

- ¡Este es divino! – gritó Maia desde un extremo de la boutique sujetando un vestido de época con pedrería y encaje.

Me giré a verla que corría hacia mi emocionada porque la única que falta por vestido soy yo. Las demás chicas ya mandaron a hacer sus vestidos o en el caso de Sam lo compró al enamorarse de él.

Esbocé una sonrisa tensa y negué. Todos y cada uno de los vestidos eran muy extravagantes para mi gusto, siempre amé lo simple y más en vestidos. Con las cosas más simples o más humildes, más perfectas quedan o se ven. Y eso quería con el vestido, estábamos a un mes para poder elegirlo pero sabía de antemano que Maia nos sacó de la mansión de compras, por el hecho de que nos distrajéramos y pensáramos en otra cosa que no fuera la familia Ferrer.

Yo por mi parte, no quería saber nada de Asher, pero a pesar de ello, algo dentro de mí me decía que lo vería muy pronto y tendría que hablar con él, quiera o no.

De por si su autoridad me daba escalofríos por la forma en que me miraba siempre que me decía cualquier cosa. En las palabras que esconden sus verdaderas intenciones, pero lo único que quería en ese momento, era desconectar mi mente y solo salir de compras como se supone cualquier chica de mi edad hace con sus amigas y hermana, sin embargo, no podía.

Mientras observaba los miles de vestidos en aquel lugar y las opciones que me daba el diseñador, amigo de Maia solo podía pensar en una cosa. Asher.

No entendía porque, ya habían pasado dos semanas de haberlo visto, haber sentido su tacto contra mi piel y sus besos por todo mi cuerpo, estremeciéndome a tal punto que negaba haciéndoles creer a las chicas que negaba ante el vestido o la propuesta pero no era ante eso, era el hecho de que no podía sacarlo de mi mente.

Cansada de mi fracaso en un día de compras, me escapé de entre los vestidos, logrando salir de la tienda de diseñador percibiendo con alivio como el aire impacto en mi rostro, tome una fuerte bocanada de aire expulsándola lentamente con alivio.

Mírame - #2 - Trilogía SentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora