XVIII

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Alia

Era responsable de haber quitado vidas y sentía la sangre correr por mis manos, manchando mi ropa, mi cuerpo, mi mente, ahogándome la sangre de mis víctimas. Sentía el aire que respiraba como si fueran torrentes de la sangre que derramé sin piedad por toda la mansión. No podía soportarlo. No quería hacerlo, me dolía en lo más profundo de mí ser.

Sentía que con cada segundo que pasaba, la sangre que ahora manchaba mis manos, me mataría.

- Alia... - llamaron entrando a mi habitación mientras seguía observando por la ventana.

Respiraba, y ellos no. Esas personas no respiraban, pero yo sí. No lo merecía.

...merecía morir de la peor manera que pudiera existir en el mundo.

- Hey... - tocaron mis manos. Instintivamente llevé mi mirada a ellas, las seguía viendo manchadas de sangre, sentía el peso de las armas en ellas. Sentía el sudor correr por mi frente, la humedad de la sangre en mis pies a pesar de que me habían duchado siete veces.

Aparté mis manos de las de Silas acurrucándome aún más, abrazando mis piernas. Una lagrima cayó y solo me mantenía con la cabeza gacha – Los maté... – murmuré con la voz quebrada, sin un toque de vida que siempre poseen todas las voces del mundo. Sentía que la mía ya no tenía vida, que yo ya no tenía vida.

Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas y levanté la vista viendo a Silas.

- Los maté... - sollocé – maté personas que no lo merecían.

- Alia, sé que es difícil... pero...

Negué encogiéndome más – Les quite la vida, los privé de... seguir viviendo, respirando, soñando... ¿Qué dirán sus familias? - lo miré perdida - Me odiarán el resto de mi vida, querrán venganza. Intentarán matarme como yo hice con ellos, sin piedad... – susurré secándome las lágrimas.

- Amor, te entiendo más de lo que crees, pero debes mantener la calma, si no lo hubieras hecho, ellos te hubieran matado o llevado con Asher – tomó mis manos besándolas con ahínco y melancolía.

Asentí – Prefiero una vida de encierro, a derramar sangre de personas inocentes.

Negó mirándome fijamente – No quieres eso. No lo deseas. Y ellos no son inocentes

- Lo hago, Silas. Quiero morirme, quiero irme de aquí y jamás volver. Quiero... - me levanté tapando mis manos con el saco grande que tenía puesto – quiero tomar a Camille y Sam, ir por mis padres e irnos para mi hogar. Quiero volver a casa y no saber nada más de mafia, armas, muertes, victimas, engaños y secuestros. No quiero nada de este mundo en el que vives – sollocé controlando mis lágrimas.

Silas se levantó con cuidado mirándome con precaución mientras negaba, pero eso era lo que quería, quiero irme y no mirar atrás. Volver a la universidad, a casa. Dormir en mi cama, desayunar con mis padres y escuchar a Camille correr por toda la casa diciendo que va tarde. Quiero escuchar a mi padre leerme libros mientras me quedo simplemente recostada en el sofá mirándolo mientras llega el atardecer. Quiero volver a la playa y ver el atardecer, sumergir mis pies en la arena y el mar, sentir el viento correr por mi cabello y sentir el calor de los últimos rayos del sol mientras comienzan a alumbrar las estrellas.

- Quiero olvidar alguna vez haberte conocido, pasar tiempo contigo y enamorarme perdidamente de ti, anhelo con todo mi ser... - vocalicé volviendo a caer cada lagrima con más fervor, con más dolor mientras él solo me mira con miedo a lo que diré. Con miedo a que se haga realidad su mayor temor en la vida. Querer olvidarme de el –...no haberte dejado entrar en mi vida, ser parte de ella y permitir que te convirtieras en una parte tan importante de mi ser. Deseo con todo mí ser olvidarte y olvidar todo esto.

Mírame - #2 - Trilogía SentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora