XVII

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Alia

La mañana era cálida y los brazos de Silas seguían rodeando mi cuerpo mientras descansaba mi cabeza en su pecho pudiendo escuchar su corazón como se sincronizaban nuestros latidos.

Estaba muy feliz de que la noche anterior habíamos podido sincerarnos juntos, habíamos superado la barrera de la comunicación y me sentía más cerca de él ahora que sabía de lo que haría y yo tenía su apoyo.

Me cambié y cuando salí del baño, Silas había desaparecido dejando una nota sobre la almohada, me acerqué a ella.

Fui a preparar todo para el viaje de tus padres y Camille.

Te veo en el desayuno...

Con amor, Silas

Con una sonrisa en el rostro me termino de arreglar y me encaminé al comedor para desayunar con todos, así que cuando pasé por la habitación de Camille, nos fuimos juntas contándome acerca de su instituto y Stefan. Podía ver que ambos tenían una química electrizante que se podía palpar a kilómetros con solo verles, pero no comprendía porque aun sabiendo sus sentimientos, no eran capaces de confesarlos y estar juntos.

Al parecer era normal que en las relaciones no se confesaran los sentimientos y jugaran como al gato y el ratón cuando se trataba del amor y no podía comprender aun el porqué. Despues de todo, cuando quieres a alguien debes ser sincero y no jugar con el como si fuera una competencia de presas.

Estando en el comedor, solamente se encontraba Anastasia, quien colgó el móvil y nos miró con ternura.

- Se ven muy lindas el día de hoy... - nos sentamos juntas sonriéndole - ¿hay algo especial de lo que no me he enterado? – bromeó mirándonos fijamente.

A decir verdad hoy yo me había arreglado más de lo habitual, me había maquillado un poco más y mi hermana se había ondulado el cabello y su uniforme le quedaba de maravilla con su figura esbelta haciéndola lucir casi como una modelo.

Conversamos un rato las tres, fijándonos que ya empezaba a ser tarde y nos miramos entre sí, sin entender.

- ¿Has visto a nuestros padres? – murmuré girándome a ver sutilmente a Camille que negó sacando su móvil.

- No desde anoche cuando estaban haciendo maletas – envió un mensaje a alguien y yo saqué mi móvil viendo si tenía algún mensaje de Silas. No tenía ninguno – Logré al final convencerlos de que me quedaría contigo. No puedo irme ahora y volver a cambiar de instituto. No en mi último año – me observó preocupada.

Asentí – Tienes razón, pero se me hace raro, ni siquiera veo los guardaespaldas habituales que hay en la mansión – me giré a ver a todos los ángulos que me permitió mi cuello fijándome que no habían guardaespaldas. Sopesé la idea y me giré a ver a Anastasia - ¿Don Ángelo donde se encuentra?

- Dijo que iría a arreglar un asunto en la alcaldía – en ese momento un guardaespaldas llegó al comedor corriendo y cuando fue a decir algo, su cabeza explotó invadiendo todo de sangre y cayó apareciendo un hombre con una cinta pequeña amarilla en su traje.

Era el color que representaba a la familia Ferrer, todos sus hombre tenían una puesta y eso solo significaba que...

Inmediatamente nos levantamos Camille y yo hacia donde estaba Anastasia, pero cuando Camille fue a correr, el mismo hombre que había matado al guardaespaldas de antes, agarró a Camille de la cintura llevándosela. Tomé el cuchillo y corrí a la entrada del salón viendo varios hombres con cintas amarillas correr y enfrentarse con los hombres que nos protegían. Cuando estuve cerca del que tenía a mi hermana que gritaba, me lancé sobre él y enterré el cuchillo en su cuello comenzando a salir sangre a borbotones manchando mis manos. Los tres caímos al suelo y mientras el trataba de detener la sangre, tome a mi hermana y corrimos donde Anastasia comenzó a gritar disparando.

Mírame - #2 - Trilogía SentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora