XV

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Silas

Me mantuve impertérrito observando a Alessandro sentado frente a mí.

- ¿Estás seguro de que Hassan tiene el cubo? – enarcó las cejas observando su vaso vacío.

Asentí – Stefan estaba conmigo, tenía ambos en su escritorio – me giré a ver a mi padre – puede descifrar el código, solo necesita a...

- Alia... - murmuró mi padre levantándose – Tendremos que hablar con ella para que nos ayude.

Bufé – Creí que ya lo habían hablado esta madrugada en la biblioteca privada – ironicé sonriendo al verle.

- ¿De qué habla Ángelo? – cuestionó Alessandro viéndolo fijamente que mi padre se recargo en su escritorio asintiendo.

Me miro primero y luego a Alessandro – En la madrugada, me encontré con Alia y me dijo que sabe todo, aunque lo que me contó es muy poco, pero si sabe una parte de la historia, al parecer Hassan se encargó de contrale lo suficiente para que ella quiera ayudarle y sea parte de nuestro plan.

- No lo permitiré – negué fulminándolo con la mirada – ya casi pudo haber muerto en esa cirugía y despues cuando estuvo cautiva en la casa de Asher, no permitiré que vuelva a estar en peligro.

Alessandro me tendió un vaso con Whisky – Silas, no puedes decidir sobre su vida. Es decisión únicamente de Alia

- ¿Dónde está Stefan? – Alessandro se sentó tomando un sorbo negando ante la pregunta de mi padre.

- Con Camille – respondí al tiempo que las puertas se abrieron y entró Bill seguido de Alia, quien tenía una mirada de preocupación.

Al verme, me levanté lanzándose a mis brazos – Ayúdame, quiere que nos devolvamos a Canadá.

Me giré a ver a Bill – Bill...

- Tú no me hables, vine a hablar con tu padre, Silas – afirmó enfurecido.

Jamás le había visto enojado por nada y podría decir que su carácter era bastante fuerte mientras él se plantó frente a mi padre completamente erguido. Ambos eran de la misma estatura y mientras mi padre lo observaba calmado, una tormenta se desataba en la mirada del padre de Alia.

- Dijiste que la única razón por la que Alia estaba metida en todo esto, era porque Asher y Silas se habían enamorado de ella. Porque ninguno me mencionó que la usaron como una rata de laboratorio y asumo que cuando estuvo en la casa de ese monstruo, realmente la estaban observando y esperando que tal vez no muriera – se giró a verme que tenía a Alia en mis brazos cuidándola. Como se pudo enterar de la verdad.

Agaché la cabeza viendo que Alia observaba a su padre con lágrimas. Esto no me puede estar pasando...Alia le contó todo.

- No me interesa la guerra esta que tienen por los trasplantes artificiales, porque mi familia y yo nos vamos ahora mismo a casa y allí las cuidaré – Alessandro se acercó lentamente haciendo que Bill se percatara de su presencia.

- Señor Blanchard, no podemos permitir que se vayan a Canadá. Asher puede asesinarlos si no van con protección – Bill negó.

Me acerqué un poco al padre de Alia – Se la ira que siente, yo también la sentí y estoy seguro que Alia la sintió pero algo que debemos hacer ahora es respetar la decisión que tome su hija. Ella es quien decide sobre su vida y le aseguro que yo la protegeré siempre, Bill.

El padre de Alia me observó mientras Alessandro toco su hombro con delicadeza y me señaló – Ustedes estarán mejor protegidos aquí que en cualquier otro lugar, se lo podemos asegurar, pero Alia no se puede ir en este momento porque donde sea que vaya ella, Asher la estará siguiendo.

Rápidamente mi padre tomó la palabra – si desea, podemos hacer que usted, su esposa y Camille vayan a un lugar seguro apartado de todo esto, mientras tanto Alia podrá estar aquí tranquila, sin temer a que algo pueda sucederles a ustedes o a ella misma, señor Blanchard

- Papá... - llamó Alia apartándose de mi un poco para tomar las manos de su padre – te prometo que no me sucederá nada, estaré protegida al igual que ustedes – suplicó haciendo que Bill me mirara primero a mí, luego a mi padre, despues a Alessandro y por ultimo a Alia, a quien abrazó.

....

Alia

Mi padre aceptó al final.

Pero no dejaba de estar inquieta ante el hecho de que ahora mi padre sabía todo y que su reacción era mi culpa y podría de pronto hacer alguna locura, pero a pesar de ello, confiaba en él y sabía que no le diría nada a mamá ni a Camille.

Acordamos todos que mis padres y Camille irían a Londres y tendrían identidades nuevas, allí habían un tío de Silas quien los cuidaría al igual que varios guardaespaldas que tendrían para todas partes a las que fueran, no confiaba en Asher y sabía que si tenía la oportunidad volvería a secuestrar a mis padres solo para que volviera a su lado.

Por lo pronto, aun no había tomado una decisión acerca de que don Ángelo comenzara mi entrenamiento, pero ya podía intuir por como la mandíbula de Silas estaba tan tensa, que no estaba de acuerdo con que participara e hiciera parte del plan.

Salió primero mi padre tan pronto acabamos la reunión sorpresa y despues Silas, quien tenía los puños cerrados. Me gire a ver a Alessandro que me hizo una seña para que le siguiera.

Corrí hasta su encuentro y tome su brazo deteniéndole – Silas...

- Alia, no... - murmuro cansado. Agache la cabeza sintiendo como la culpa me carcomía en el interior, no quería que se sintiera así de impotente y enojado, quería calmarlo pero no sabía cómo.

- Lo lamento – sollocé mirando al piso. Me sentía la peor persona por lo que estaba haciendo. Mi padre estaba enojado conmigo por mi decisión, Silas estaba enojado por mi decisión y sabía que si lo contaba a alguien más, también se enojarían y no sabía qué hacer.

Quería que no sintieran aquello, quería que me apoyaran, pero también podía comprender lo que ellos sentían. Sabía que sentían impotencia por no poder hacer nada, por saber en el fondo que tengo que ser participe pero aun así querían protegerme, sentían ira por el hecho de que podría terminar muerta o dañada de alguna forma en la cual no pueda volver a ser la misma chica de antes.

- Debo protegerte, Alia. Se lo prometí a tu padre pero entrando a la boca del lobo me queda imposible poder salvarte de todos ellos – farfulló mientras no podía detener las lágrimas. Me encogí sollozando provocando que la culpa llegara a él y me abrazó con delicadeza – Amor, solo... no quiero que te hagan más daño.

Acepté su abrazo y el escondió su rostro en mi cabello – No puedo dejar que sigas salvándome siempre, Silas. En algún momento debo tomar las riendas en todo esto y no solo quedarme sentada esperando a que soluciones todo por mi o me salves una vez más – murmuré escondiendo mi cabeza en su pecho.

Inhale su aroma como si fuera mi oxígeno para vivir y las lágrimas poco a poco fueron cesando. A los pocos minutos nos alejamos y Silas acuno mis mejillas en sus manos mirándome fijamente.

- No puedo aceptar el hecho de que quieras participar, de que tengas que hacer lo necesario para que acabe algo en lo que tú no tienes culpa – toco mi frente con la suya cerrando los ojos.

- Perdón... pero no puedo hacer lo que me pides, Silas – mi susurro se desvaneció al tiempo que poco a poco Silas se alejó de mi dejándome sola en medio del corredor y podía sentir como algo dentro de mí se estrujaba ahogándome y no podía hacer nada para detenerle. 

Mírame - #2 - Trilogía SentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora