Christopher Vélez, cree que lo tiene todo, es rico, guapo, y está felizmente casado.
Pero alguien llegará... Alguien que cambiará el orden de su vida, que lo hará darse cuenta de que es lo que realmente desea...
⚠️Historia adaptada, aunque a partir...
Mi familia nos acompañó al aeropuerto, nos ayudó a bajar las maletas e incluso esperaron a que llamaran nuestro vuelo. Caminamos hacia la puerta de embarque cuando lo anunciaron.
—Cuídense mucho —dijo mi mamá al borde de lágrimas.
—Si mamá —dije dándole un beso.
—Ale, cuidalo por mi.
—Lo haré —le dedicó esa sonrisa que tengo me gusta.
—Nos vemos —sospechosamente nos dijo mi padre.
—¿Podemos ir a Nueva York? —Camila preguntó en tono triste.
—Claro, pueden ir en vacaciones.
Me despedí de mis primas, dándoles un beso a cada una. Me llené de ternura al ver como las cuatro abrazaban a Alessia negándose a soltarla.
—Nos veremos pronto —Alessia les dio un beso a cada una.
—Llevate esto —Susana le dio su muñeca favorita.
—Vaya... Gracias linda, pero no es necesario.
—Quiero que me recuerdes —la abrazó soltando varias lágrimas.
Me sorprendí al ver el enorme cariño que le habían tomado a Alessia, llegando al punto de darle su muñeca favorita, la cual no dejaba que nadie tocase, ni siquiera a Sunshine.
—¡Ay linda! La cuidaré mucho.
—Nos tenemos que ir.
Tomé la mano de Alessia, y con un último ademán de brazos nos despedimos de mi familia.
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El vuelo fue bastante aburrido, sobre todo cuando Alessia se la paso durmiendo todo el camino. Tomamos un taxi hasta mi casa, en el camino, Alessia recibió una llamada y pronto la sentí tensarse.
—¿Todo bien? —pregunté.
—Si —respondió en un susurro.
—¿Quién era? —pregunté ansioso.
—Amm... Mi padre... ¿Iremos a tu casa? —preguntó cambiando de tema.
«Por ahora te salvas»
—Si, tengo que darte algunos papeles.
Pagué el taxi y bajamos.
—¿Esta tu esposa?
—Supongo, pero debe de estar dormida —le resté importancia.
Entramos a la casa, efectivamente todo estaba en silencio tal y como lo esperaba.
—Siéntate en el sofá, no me tardó.
—Bien, pero no tardes Vélez.
Silenciosamente subí las escaleras, al irme acercando a la habitación comencé a escuchar sonidos, por lo que, de la manera más rápida y silenciosa llegué a la habitación. Con cuidado abrí la puerta y vaya...
—¡¿De qué demonios se trata esto!?—grité furioso.
—¡Christopher! —Sunshine gritó dedicándome una mirada de pánico.
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