Capítulo 24

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//Alessia Cruz//

—¿Entonces te gusta? —volvió a preguntar.

—No —respondo segura.

«Ni tu te la crees. Vamos admítelo se te hace guapo y además si comienza a gustarte.»

—Es guapo —respondió, no se lo voy a negar es bastante guapo.

—Si —admití.

—Bueno... Te dejo para que sigas trabajando, pero a mi no me engañas, te sientes atraída por el joven Vélez.

—No... Yo no —muy tarde ella ya se había ido.

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Un "Buenas noches joven Chris se escucho", mire hacia la ventana y vaya... ¿Cuándo se hizo de noche?
Una tos falsa hizo que mi vista se posara en la puerta del estudio.

—Hola —saludó dejando sus cosas en el sofá.

—Hola, ya casi acabo, solo me faltan dos archivos.

—Esta bien, tu sigue —se sentó frente a mi.

—¿Quieres que te muestre la casa? —hizo los papeles a un lado y me sonrió .

Asentí. Me levante de la silla, y lo seguí. Caminamos por todo el jardín trasero, debía admitir que era muy hermoso, una piscina estaba instalada, junto a una pequeña terraza para desayunar, volvimos a la casa, subimos las escaleras de nuevo. Christopher se dirigió a una puerta en partícular.

—Te mostraré mi parte favorita —expresó emocionado, parecía un pequeño niño en navidad.

Abrió la puerta. Una habitación enorme apareció frente a mis ojos, poseía de una cama enorme, a simple vista se veía que las telas eran caras y finas. Dentro había otras dos puertas, de las cuales supuse que eran en el baño y el armario. Estaba en lo correcto.

—Es muy lindo —susurré para mi misma.

—¿Te gusta?

—Si, es demasiado hermoso —recuerdo que en California tenía una habitación parecida solo que era más pequeña y de diferentes colores.

— Es mi parte favorita... Porque aquí duermo —dejó salir una leve risa.

Se aventó hacia la cama, y comenzó a saltar, luego se sentó haciendo caras graciosas.

—¡Ven!

—No, no —me niego a acostarme en la cama donde duerme con su esposa.

En un momento de distracción, el me jalo haciendo que ahora estuviera tirada en la cama. Me tomo de la cintura, dejándome sobre las almohadas, y luego... Luego comenzó a hacerme cosquillas.

—¡Para! —exclamé.

Mi estómago me dolió de tanto reír. Por fin se paro,por lo consiguiente yo también. Comenzó a hacer caras graciosas, haciendo que mi risa volviera a surgir.

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La amante ||C.V|| Sin EditarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora