Capítulo 27

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SAVANNAH

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SAVANNAH

— Debes calmarte — insistí tirando de su brazo para que volviese a tomar asiento.

— ¿Cómo quieres que me calme, Savannah? — rugió exasperado. Su cuerpo estaba tenso, y mantenía sus puños apretados, sus ojos cambiaron a una mezcla de amarillo y anaranjado, todo autocontrol que tenía desapareció al descubrir que Rayder era hijo de Maximus.

— Marcus...

— ¡No te quiero cerca de él! — demandó, mirando a Pía severamente e ignorando mi advertencia.

— Papá, no te estoy pidiendo tu consentimiento o aprobación.

— Soy tú padre y no te quiero cerca del hijo de uno de los hombres más peligrosos, quién por si lo olvidas quiere matarnos, Rayder puede ser incluso peor que su padre.

— Rayder no es así — protestó —. Él me ama papá, es mi mate y no evitarás que estemos juntos.

— Como mierda que lo evitaré...

— Marcus — interrumpí, poniéndome de pie y posicionándome al lado de Pía —. Rayder nos está ayudando, no es una mala persona.

— ¿Y tú cómo lo sabes? — hizo una pausa, fulminándome —. Mejor dicho, ¿desde cuándo lo sabes?

— No es lo que crees, Pía no me lo dijo a mí, Rayder fue quien me confesó que Pía era su alma destinada.

— ¿Y debemos creerle porque te lo dijo a ti?

— Yo usé mis dones con él — expliqué —. Rayder es el chico que acompañaba a Sierra la otra vez, él está de nuestro lado y si no está aquí es porque no quiere levantar sospechas con Maximus.

Marcus se tiró en el sillón con fuerza y cruzando sus brazos sobre su pecho no quitó la vista de amabas. No se fiaba y tampoco le gustaba aquello, pero parecía mucho más relajado tras mis palabras, aunque aún mantenía su entrecejo fruncido.

— Hasta que todo esto pase no quiero que estés a su lado, no me fío del todo y si tanto te "ama" sabrá esperar.

Pía me miró en busca de apoyo, pero tras la mirada inflexible de su padre, giró sobre sus talones y desapareció de la sala. Serví dos vasos de licor y luego me senté a su lado extendiéndole un vaso y respetando su silencio; sus ojos no se despegaban del fuego de la chimenea y después de darle un trago a su vaso me miró fijamente.

— ¿Te fías completamente de él?

— Sabes que puedo ver a través de su "alma" — corté el silencio, saboreando el sabor amargo del licor —. Él no tiene malas intenciones, no con respecto a Pía.

— Es solo que...

— Tú no te fiarías de cualquier chico, ya sea del hijo de un sacerdote o del hijo del mismo diablo — concluí, dando justo en el clavo.

Recuérdame. [SIMM #2.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora