Capítulo 30

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MARCUS


Fueron apenas unos segundos en los que todo pasó de estar en completo silencio a escuchar el ruido de cristales romperse, las maderas crujir y los gritos. Miré una última vez a Savannah quien estaba parada en el medio de la sala sin ser atacada por ningún contrincante, supe de inmediato que todos tenían órdenes de dejar a Savannah viva, ella era la presa de Maximus.

A lo lejos pude ver como Aisha mataba a un par de vampiros y como Paul y Seth peleaban en conjunto contra unos licántropos. Fue el momento en el que quebré el cuello de un lobo cuando me di cuenta que Savannah se acercaba a los pies de la escalera mientras se deshacía de unos cuantos que se interponían en su camino. El ruido de más ventanas rompiéndose me distrajo por unos segundos y vi que más soldados de Maximus ingresaban como rayos a la mansión.

Volví a clavar mi vista en Savannah y la vi mirar fijamente la cima de las escaleras, cuando mis ojos dieron con lo que tanto veía me di cuenta de que Maximus estaba allí, observando todo desde la cima, con una amplia sonrisa como si el mundo le valiera una mierda. Uno de mis hombres, ya convertido en lobo, salió por uno de los costados he intentó morderlo pero Maximus ni siquiera pestañeó cuando tomó el cuello del licántropo y lo lanzó escaleras abajo.

Me acerqué a Savannah por detrás, hasta que los ojos de Maximus dieron con los míos y Savannah se interpuso en mi visión.

— No lo mires por mucho tiempo — susurró, a pesar de que él podía oírle.

— Así que tú eres el perro con el que ahora se acuesta mí mujer — su voz hizo eco a pesar del gran bullicio que había en el salón; volví a mirarlo pestañeando un par de veces, y puede ver con claridad como su sonrisa maquiavélica se ensanchaba cada vez más en su rostro.

— Así que tú eres quién morirá hoy — me burlé, sonriendo de la misma manera que él. No iba a dejarme doblegar por un vampiro de milenios, sí lo admitía, sabía que él acabaría conmigo no sin antes darle una buena lucha, el problema era que me sentía ventajoso con mi rapidez y técnicas de combate, pero la desventaja era que yo no tenía ningún poder como él.

— Aunque pudiese morir, lo cual es imposible, tú nunca podrías matarme. Solo tienes que mirarte para saber que no vales nada, eres un simple Alpha, los licántropos siempre fueron inferiores a nuestra raza. Y la verdad es que no tengo ni una pizca de miedo, podrás dirigir una de las manadas más fuertes del mundo, pero ¿quién no podría manejar a unos simples perros en celo?

— Mira pedazo de mierda, ¿por qué no bajas y te enseño lo que "un simple perro" podría hacerte? No podré matarte, pero te aseguro que desearás estarlo.

Su fuerte risa retumbó y con sus manos dentro de sus pantalones de vestir bajó un peldaño y sonrió mostrando todos sus dientes, sus ojos brillaron con diversión y maldad; Savannah tomó mi mano y negó cuando vio mis intenciones de ir por él.

Recuérdame. [SIMM #2.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora