Recuérdame. [SIMM #2.]

Capítulo 3

Capítulo 3: "Encuentros."

MARCUS:

Salí de la aburrida reunión de la manada sonriendo victorioso por haber cerrado el contrato y haber obtenido algo de información.

Hace meses que no ha habido ataques de vampiros en contra a nuestra especie, y eso me preocupa.

Nadie sabía nada del paradero del Conde Maximus, un vampiro original que siempre iba tras las manadas más débiles ganado territorio... pero hace meses nadie sabe nada de él, ni de sus ataques.

Parecía que lo había tragado la tierra, ojalá así sea, pero nunca estarían seguras las manadas. Maximus es un original, y como tal no puede morir.

Pasé por enfrente a una librería y dudé en entrar o no, decidí entrar y ver qué libro llama mi atención, recordándome que estaba solo en el hotel que me hospedaba y debía entretenerme con algo.

— Buenos días joven.

Una peculiar mujer, ya anciana, me saluda detrás de su mostrador con una cálida sonrisa.

— Buenos días.

Camino a la sección de Drama, y escojo algún libro que capte mi atención.

— Llevo este. — extendí el libro por encima del mostrador y la mujer asiente con una sonrisa.

— Un hombre muy peculiar... ¿Puedo decirle algo?

Asiento sin temor mientras extendía el dinero sin despegar sus azules, casi transparentes ojos, de los míos.

— Veo que no eres feliz... Has perdido a alguien. — afirmó — Y aún tratas de encontrar aquello que llene tu vacío corazón. Pero tranquilo — fruncí mi ceño ante sus palabras《no miente》 —, ella está cerca, más de lo piensas. Sólo ten fe.

Me quedé paralizado y un hueco se instaló en mi pecho al pensar en sus palabras.

《Vacío... Vacío... Vacío...》

Así me encontraba, no hay mejor definición. Vacío. Toda mi mente y alma estaban navegando sin sentido.

— Gracias.

Sin una palabra más salí del local a toda prisa.

Por mi atropello no me di cuenta cuando mi cuerpo impacta contra otro.

— Disculpa...

Mi lobo parecía estar inquieto cuando me quedé como un estúpido mirando una cabellera rubia juntar unos peleles en el piso.

Me agaché quedando a su altura y recogí alguno de los papeles que hay esparcidos por la vereda, cubierta de nieve.

— No pasa nada. — respondió sin levantar su vista.

Su voz hacía eco en mi mente, sonando vagamente familiar, traté de recordar pero el dolor de cabeza apareció.

El cuerpo de la mujer se para y la repaso con la mirada; Converse blancas, jeans apretados, suéter blanco ajustado, bufanda blanca y roja, y una capa negra sin abrochar hasta por debajo de sus rodillas.

— Esto es suyo. — extendí sus papeletas y ella los tomó con sus manos temblorosas.

Elevó su vista y sus ojos azules chocaron con los míos, un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando me doy cuenta que tengo a la dueña de mis sueños en frente mío.

Su mirada entristece pero minutos, después se vuelve fría y distante, me doy cuenta que no sólo tengo a la mujer más hermosa en frente mío, sino también a la Vampiresa más temida por décadas.