Capítulo 26

12.2K 1K 108
                                    

SAVANNAH

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SAVANNAH

— Me alegra verte, Savannah.

Su voz seguía siendo igual de gélida, poseía el particular acento inglés y para mi sorpresa aun lo mantenía intacto a pesar de que vivió años en américa. Maximus siempre había sido guapo, sus ojos cuando no eran rojos, utilizaba lentillas de color verde; su cabello color chocolate siempre estaba engominado hacia atrás y sus facciones eran celestiales y sombrías, con una barba de días que le daba un toque más misterioso. Era alto, apenas unos centímetros más que yo, pero en comparación con Marcus, él no poseía la misma masa muscular que el licántropo; Maximus siempre había sido algo delgado, pero eso no le restaba la fuerza que podía llegar a tener.

— ¿Sabes que en menos de cinco minutos ellos estarán aquí?

— Lo sé, solo quería pasar a saludar a mi mujer — se burló, enseñándome el dedo en donde mantenía nuestro anillo de casados; anillo que yo, obviamente, había tirado.

— ¿Qué quieres?

— Me gusta esta vida que llevas — sonrió maquiavélicamente acercándose dos pasos —. Estas juntada con esa bola de pulgas, tienes a nuestra hija... y por fin encontraste a tu familia...

— Sería más feliz si desaparecieras de mi vida.

— El problema aquí es que... — remojó sus labios mirándome con cierta burla — no quiero que seas feliz, por esa razón mataré a todos los que te rodean.

— Tienes la oportunidad de matarme ahora, aquí en este momento que estamos solos, ¿por qué no lo haces?

— Creí que eras más inteligente — susurró llegando hasta mí, lo tenía a poco menos de dos metros, él en un solo movimiento podría acabar conmigo —. Nunca me gustó lo fácil, me gusta ver sufrir a las personas, como cuando te hice creer que tu hija había muerto, no hubo mayor satisfacción el saber que estabas sufriendo.

— Lo supiste siempre — afirmé, sin poder creérmelo.

— Esos hechiceros que cuidaron a nuestra Samy eran amigos míos, lástima que Robert te entregó a la niña, tenía mejores planes para ella.

— Eres un... — no me dejó terminar, presionó su mano alrededor de mi cuello y me elevó pocos centímetros del suelo. No le tenía miedo, sabía que no me mataría, no al menos ahora.

— Guarda tus insultos cariño, los necesitarás cuando mate a tu bola de pelos, a toda su manada y a todos tus amigos.

Presionó su mano con más fuerza, no me hacía daño, pero a él le daba satisfacción verme de aquella manera, lo sabía por el brillo invicto en sus ojos y por la manera en la que gozaba imaginando como me haría sufrir.

— Phantasiae — susurró.

— Vamos, Savannah, dile tus últimas palabras — gritó, soltando una risa cargada de crueldad. Marcus estaba arrodillado en el suelo, sus ojos verdes me suplicaban que girase y me marchase. Me dolía el pecho, sentía un fuerte ardor que se expandía por toda mi caja torácica. Dolía el saber que no podría hacer nada para cambiar lo que sucedería y dolía saber que era la última vez que lo vería.

Recuérdame. [SIMM #2.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora