Capítulo 31

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MARCUS

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MARCUS

— ¿Y la extrañas? — preguntó Samantha mientras jugaba con su taza de café; ambos estábamos sentados en el porche del jardín trasero de la mansión, eran más de las dos de la madrugada y las conversaciones parecían no terminarse nunca. Hablar con Sam me calmaba el dolor, ella me entendía porque también lo estaba sintiendo, comprendía mi dolor. Más de dos semanas habían pasado y aún seguía sintiendo la misma angustia.

— Mucho — me sinceré —, me cuesta adaptarme a la idea de que no está aquí.

— Somos dos — aceptó con su vista clavada en el oscuro cielo. La luna se había ocultado entre grandes y oscuras nubes que indicaban la aproximación de una tormenta. Ambos nos quedamos en silencio que minutos después fue interrumpido por las gruesas gotas de la lluvia romper contra el techo del porche.

— Me gustaría viajar — susurró perdida en el amplio y oscuro bosque —, pero primero me gustaría estudiar algo.

— ¿Cómo qué?

— Los números se me dan bien, ¿sabes? Sé que el dinero no es un problema, pero me gustaría recibirme en alguna profesión y luego ejercerla, tener mis cosas y no acosta de los demás.

— Entonces debes hacerlo — la impulsé, chocando con sus ojos de mí mismo color —, a mí también me hubiese gustado estudiar algo, tener una vida "normal" sin tener el cargo de una manada a mis espaldas.

— Pero... pareces disfrutarlo.

— Uno se acostumbra y finalmente hace las cosas sin quejarse — me encogí de hombros acomodándome en el asiento —. Pero si tienes la oportunidad de vivir tu vida libremente, entonces hazlo, no vivas a través de los demás porque te arrepentirás.

— ¿Qué hacen ustedes dos aquí? — interrumpió la voz de Bestian mientras cargaba a su bebé en brazos, estiré los míos y él rápidamente dejó a Galia en mi regazo. Galia estaba mucho más grande y sus manitas recorrían mi rostro mientras yo le hacía morisquetas.

— Charlando — le contestó Sam, haciéndose a un lado para que su tío se sentase.

— ¡Ay no me digan que este es el club de los depresivos!

— Bienvenido — me burlé —. Escucharemos tus lamentos y tú los nuestros.

— Paso, prefiero llorarlos en mi privacidad — volvió a levantar su cuerpo —. Vine a decirles que le pediré matrimonio a Génesis.

— ¡Felicidades!

— Aun no se lo he propuesto, genia — contradijo —. Pienso hacerlo en unos días, quería saber si alguno podía cuidar a mi niña, ya saben pienso hacer una cena romántica en donde le pediré matrimonio y luego follaremos como...

— Ya — interrumpí —, entendimos muy bien.

— Me huele a envidia aquí — farfulló con voz chillona —, ¿hace cuánto que no la pones?

Recuérdame. [SIMM #2.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora