Capítulo 9

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Gimme more de Britney Spears empezó a sonar en el local en el mismo momento que el camarero terminó de servir el bebida. Jamás había podido permitirme disfrutar de champán, pero aquel parecía francés, de los caros caros. Sin embargo, seguramente sería de aquellos que se bebían tan bien que valía el dinero que uno se gastaba por botella.

— ¡Por Greta! ¡La vicepresidenta financiera más sensual de todo el planeta! —gritó Cheryl logrando que me sonrojase.

Todos levantaron la copa entre risas. El único que la levantó con una sonrisa en sus labios y sin reírse de la broma fue el mismo McCallister que me observaba con la misma intensidad de siempre.

— ¡Por Greta! —dijeron todos a la vez.

Negué divertida y abrumada porque no estaba acostumbrada a tener a más gente que los loquillos de siempre celebrando nada de mi vida. Tampoco es que hubiese sido un éxito que no estuviese puesto en bandeja por el mismo hombre que se estaba dejando un dineral en aquel champán y no pude evitar preguntarme si hubiese hecho lo mismo de no ser consciente de las circunstancias en la que estaba la misma empresa que nos había contratado a ambos dispuesta a hundir nuestra carreras aunque, evidentemente, él iba a salir perdiendo mucho más que yo.

— ¿Dónde conocisteis a Greta? —quiso saber McCallister mirando a Cheryl y Trevor.

— Soy hermanastra de ella. Nos adoramos, pero lamentablemente la vida no quiso que compartiésemos sangre y no sé porqué —comenzó a hablar como si tal cosa mirando a mi jefe que parecía querer conocer esa historia por aburrida que fuese.

Marga, en cambio, se giró hacia mí con los ojos como platos porque aún no se podía creer que McCallister estuviese allí y menos aún, seguro, que ella tuviese el chisme de primera mano. Se levantó y se sentó en el pequeño hueco que quedaba en mi sofá para hablar conmigo sin miedo que pudiesen escucharnos porque era imposible.

— ¿Podrías haberte imaginado que fuese a venir?

Negué dando un nuevo trago a la copa porque era lo que menos me esperaba de todo.

— La verdad es que me sorprendió verte a ti también por aquí —admití sin importarme recibir un pequeño codazo de su parte como si ese comentario le hubiese dolido.

— ¿Cómo puedes pensar que no iba a celebrarlo contigo? Sabes que eres una de las personas que más adoro de la oficina. Lo que no entiendo es porqué está aquí el guaperas este sin su novia. No es como que tengan que ser inesperables, pero... —la mirada de Marga denotaba hasta qué punto se había perdido en las cavilaciones que estaba haciendo.

Era una periodista de prensa rosa en potencia, pero nadie se había fijado en el potencial que tenía para lo mismo. Alguna vez se lo había sugerido. Consideraba que esa facultad sería buenísima para investigar todo lo que tuviese que ver con la vida sentimental de alguien dado que, en otras cuestiones, se la conseguía engañar muy fácilmente.

— Míralo por este lado. Ya que está aquí, sin novia, tienes posibilidad de ligártele tú —intenté sonar desenfadada y amigable en ese aspecto pese a que no era uno de mis fuertes ir haciendo de Celestina.

— ¿Qué? No, no, no... Podrá ser muy guapo y atractivo. Pero reconozco que aunque me atrae preferiría siempre tener a mi lado a una chica con la que compartir todo antes de a un donjuán que me dejaría tirada a los dos segundos después de echar un polvo —me miró de reojo y se encogió de hombros.

Nunca había imaginado que Marga fuese bisexual. En realidad, nunca había imaginado los gustos sexuales de ninguno de mis compañeros. Lo único que sí que tenía claro es que el presidente era de esos hombres de los que mejor no acercarte si eras medio mona y mujer porque intentaría colarse entre tus piernas sin remedio. Del resto, me había enterado de rumores, de ligoteos y esas cosas, pero solo de esa manera había puesto etiquetas en ese sentido. Si por mí hubiese sido el mundo entero sería asexual salvo aquellos que tenían un cartel de neón con la palabra golfo escrita en toda la frente.

Agárrate que vienen curvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora