Capítulo 23

1.2K 100 11
                                    

¿De dónde ese había escapado Gabriel? Nunca me habían hecho sentir más importante que cualquier otra persona. La única que sí que lo había logrado había sido Cheryl, pero claro, ella tenía un don especial para todo ese tipo de cosas y me quería por ser mi hermanastra.

Nos habíamos sentado en las primeras filas sin que aún fuese consciente en todo el sentido de la palabra de lo que había pasado solo unos minutos antes. ¿Podía sentirse atraído por mí? Quizá era muy buena persona y por eso había quedado con ella otro día o se habían pasado los teléfonos antes de que les viese. Sí, algo así debía ser. No quería pensar mal de Gabriel, pero yo no estaba hecha para tener ningún príncipe azul ni nada por el estilo.

La película resultó ser una maravilla. De vez en cuando íbamos haciéndonos comentarios como si el otro no hubiese visto lo mismo que nosotros. Teníamos la misma forma bromista de ser que como habíamos sido el día anterior en la comida y ese mismo mediodía.

— ¿Te ha gustado? —preguntó mirándome como si fuese la única persona en la sala aunque más o menos lo era.

— ¡Es fantástica! Probablemente tendrá películas mejores, pero es un mago del suspense.

— Creo que debes ser la única persona en esta ciudad que no había visto Frenesí, pero me gusta que hayas podido hacer algo por primera vez conmigo —se quitó una goma de pelo de la muñeca y se recogió la melena con una soltura envidiable.

— No mientas. No es la primera vez contigo. Esta mañana me has llevado a un restaurante que no conocía. Así que, ya van dos. Y el día anterior, si no recuerdo mal, me hiciste probar un plato que fuese lo que fuese estaba delicioso. No lo había comido jamás, por lo que van tres —le mostré mis dedos porque había estado contándolas como si de esa forma todo estuviese certificado o avalado por la mayor prueba de todas, mis propias cuentas con los dedos.

— Tienes toda la razón, jefa. Aunque me gusta que haya sido una primera vez más en la lista. Espero que pueda haber muchas más —me regaló una sonrisa de esas de cowboy conquistador que se sabe irresistible, pero debía reconocer que esa vez le estaba funcionando y mucho.

— Gracias. Ha sido una velada genial. Necesitaba desconectar...

— ¿Ha sido? Un momento, ¿te vas ya?

— Mañana tengo que trabajar y tú también. A saber lo que te haría tu jefa si llegases tarde por haberte ido por ahí hasta las mil —me levanté del asiento.

— Ya, sí, bueno, en eso tienes razón. Aunque bien podría decirle a mi jefa que preferiría perder el trabajo antes de terminar tan pronto una cita.

¡Bum! La palabra en cuestión. Había salido de su boca. La había pronunciado él y en un contesto que había logrado derretirme el corazón por completo. Intenté recordarme a mí misma que probablemente sería una de las frases que siempre decía a todas las chicas con las que salía, pero ¡qué diablos! Yo era una de esas chicas. Nunca había sido una si no había otro oscuro y retorcido secreto detrás.

— Vale, desembucha. ¿Quieres que sea tu tapadera porque has matado a alguien? —pregunté inclinando mi cabeza hacia el lado derecho como si de ese modo pudiese ver mejor si mentía o no—. Si necesitas que testifique a tu favor o que te dé una cuartada es mejor que lo hablemos antes.

— ¿Qué? ¡Greta! ¿Se puede saber que leches estás diciendo? —se llevó una mano al estómago antes de ponerse a reír como si no hubiese oído nada más gracioso en su vida—. ¿De dónde te sacas esas cosas? ¡Claro que no! No he matado a nadie ni está en mis planes. Quiero tener una cita contigo, ¿es tan difícil de creer?

La poca felicidad que había podido disimular se esfumó con esa última pregunta.

— Sí, lo es. En fin, mírate y... mírame. ¿Quién en su sano juicio iba a poner sus ojos sobre mí? Eres algo así como un dios nórdico o algo por el estilo y yo no llego ni a chicle masticado aplastado y pisoteado en la calle por miles de personas...

Agárrate que vienen curvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora