Capítulo 7

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— Un momento... ¿qué ha dicho?

— He dicho que no está despedida.

Mierda y mil veces mierda. Le había dicho en la cara que si quería un polvo fácil y... no, era mejor que no pensase en todo lo que le había soltado pese a que había sido más suave de lo que había tenido en mente durante horas.

— Si me deja le sacaré del malentendido —una pequeña sonrisa apareció en la comisura de sus labios antes de caminar hacia mí—. A no ser que siga teniendo motivos para indicarme cuántos polvos fáciles puedo tener con quien vaya a ser su sustituta.

Mordí mi labio inferior y bajé mi mirada avergonzada porque, evidentemente era así. Había metido la pata hasta límites insospechados creyendo que era un capullo aunque un poco capullo sí que era.

— ¿No? Bien, entonces le explicaré —estaba mucho más relajado que antes, incluso aquella situación parecía hacerle tanta gracia que no podía contener esa sonrisa de suficiencia en sus labios—. Gracias a las horas que pasamos ayer y cómo me explicó todo, no puedo desperdiciarla en un papel de secretaria. No es porque sea menor ni nada de eso, pero creo que habrá personas que tengan las cualidades necesarias para atender esos asuntos. Los suyos van más allá que servir cafés, contestar mi teléfono y agendar mis citas. La necesito en mi equipo. Quiero que trabaje conmigo para sacar a esta empresa de la bancarrota que veo como única posibilidad de futuro. Solo puedo confiar en usted ya que no he recibido tampoco nada mejor de nuestro querido superior —su rostro se ensombreció dando un paso más hacia delante manteniéndonos a ambos a una distancia tan corta que casi creí posible que todo mi cuerpo se quedase con el recuerdo de la fragancia que ahora era lo único que podía oler—. ¿Me cree tan estúpido como para dejarla marchar? Menos aún después de ver que había salido de este edificio a las tres de la madrugada.

Sabía que le había visto y él a mí. Por eso me había parecido aún más inhumano lo que había creído que estaba pasando.

— Puedo ser un capullo en ocasiones, Márquez, pero déjeme demostrarle primero en qué situaciones antes de que me ponga el cartel, ¿le parece?

Inclinó su cabeza y buscó mi mirada. Suspiré derrotada y asentí. No tenía más remedio que agachar las orejitas como un perrito al que le estaban regañando porque había metido la pata. Otra victoria más a su haber. En el marcador ya estábamos dos a cero y no me hacía gracia.

— Hay una puerta en mi despacho que lleva hasta otra sala que se ha usado como almacén sin necesidad. En fin, es muy amplia y tiene ventanas así que asumí, al verla, que es otro despacho que se debió usar en algún momento. Será su despacho —pasó por mi lado manteniendo las manos en sus bolsillos y caminando hacia la puerta que había abierto siempre para buscar los archivos históricos de este departamento—. Espero que para mañana esté todo listo. He pedido que bajen todos estos archivadores y lo que sea innecesario para que pueda trabajar tranquilamente.

Se giró hacia mí antes de entrar en la sala que estaba bien iluminada por uno de los magníficos ventanales que había en su estructura. Me fijé en la escena que me estaba regalando y casi parecía que no pintaba nada allí entre tanto archivador. Era como si fuesen de mundos diferentes.

— Necesitaré saber su agenda, siempre. Trabajaremos codo con codo y espero que hagamos un buen equipo —entrecerró sus ojos antes de volver a acercarse a mí que estaba en el cerco de la puerta—. Debido a su gran apuesta por las habilidades del señor Montgomery le contrataré como su secretario y yo escogeré entre la lista de posibilidades que me ha hecho.

Parpadeé varias veces y puse una mano sobre su brazo sin darme cuenta de lo que estaba haciendo.

— Espere, ¿voy a tener secretario también?

Agárrate que vienen curvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora