Capítulo 36

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Acostumbrada a una empresa de las características de mi anterior trabajo, no pensé que ninguna otra fuese a contratarme, sin embargo, los primeros que se pusieron en contacto conmigo fueron el personal de una empresa de alimentación. Tendría que ponerme al día en todo lo que significaba ese sector, pero me negaba a decir que no cuando un trabajo era un trabajo. El dinero era lo que premiaba y quién sabe, había que tocar todos los palos antes de encontrar el lugar perfecto para cada uno.

Así que, no me lo pensé dos veces cuando puse en mi agenda aquella nueva oportunidad. Tenía que presentarme a una entrevista de trabajo como todo el mundo y aunque las posibilidades podían llegar a ser bastante reducidas, no quise que mi forma pesimista de ver las cosas siguiese teniendo más logros que yo misma.

Estuve pensando la ropa más de lo que jamás lo había hecho. Me probé varios vestidos y conjuntos dándome cuenta que no me gustaba casi nada del fondo de armario. Tuve que salir de compras por un impulso que desconocía de dónde diablos había salido. En fin, estaba acostumbrada a escoger las cosas a dedo, que tuviesen la mayor forma de saco posible y así no destacar entre la mayoría ya que mi peso lo hacía por mí misma. Sin embargo, una parte de mí había hecho un cambio. ¡Quería verme guapa! ¡Quería sentirme segura! ¡Quería sentirme mejor conmigo misma! En mi cabeza tenía claro que las posibilidades eran escasas, pero me debatía ante un pensamiento nuevo, positivo que desconocía de dónde diablos había salido.

Así que me vi preparada para enfrentarme a esa infernal tortura que significaba ir de compras. Me quedé más tiempo del necesario delante de la tienda donde siempre me había arrastrado Cheryl. En aquella ocasión había querido ir yo sola. Confiaba en su criterio y sabía que tenía un gusto impecable, pero debía enfrentarme a la realidad, no podía depender siempre de ella. Quería poder estar delante de un montón de trapos y escoger el que me gustase sin pensar en lo que taparía o dejaría de tapar en mí.

Armada de todo el valor del que fui capaz, empecé a caminar por la tienda dejando a un lado todo aquello oscuro y de colores apagados. Siempre había querido ponerme algo bonito, algo que había visto lucir a otras personas, colores claros, pastel... Cambiar radicalmente mi estilo era la meta en aquella batalla entre el demonio de las tallas y yo misma.

Normalmente había salido de un negocio como aquel en un par de minutos con lo esencial. Por primera vez en mi vida estaba enfrentándome a unas compras que podían clasificarse como interesantes. No había llantos, al menos, no por el momento. ¡Claro que tenía sobre mi hombro al demonio de las tallas recordándome que todo era demasiado grande! No podía vencerle tan pronto, pero había decidido hacer como los niños cuando no quieren oír algo. Habla chucho que no te escucho.

Había ropa de todo tipo, de todas clases y me sorprendía haber estado metida tan solo en los colores oscuros cuando no eran lo único que fabricaban. Zapatos planos, altos, faldas largas, cortas, pantalones de todas las longitudes y exactamente igual ocurría con las partes de arriba. ¿Quién iba a pensar que alguien diseñaría camisetas que parecían bandas elásticas tan solo para tapar el cuerpo destinadas a mujeres con mi tamaño? ¿Dónde diablos había tenido la cabeza metida todo ese tiempo?

Sin embargo, y pese a que las adoraba, había muchas prendas que no me atrevía a ponerme. Tenía todos los frenos puestos aún. Intentaba encontrar lo que me hiciese lucir mejor o con lo que me sintiese más tapada, más abrigada. Daba igual lo preciosas que pudiesen quedarle a la chica de al lado las transparencias, mi cuerpo no estaba hecho para ello, no al menos para que lo sintiese como algo natural.

Terminé fuera del local después de una hora entera invertida en su interior. Había sido un avance, puede que no demasiado grande, pero lo suficiente para sentirme mejor conmigo misma. ¿Podría seguir avanzando o me quedaría en ese momento? Puede que hacer planes de futuro me agobiase más que otra cosa. Todo seguía asustándome y no sabía si algún día dejaría de hacerlo. Debería descubrirlo con el tiempo.

Agárrate que vienen curvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora