Capítulo 32

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— Sé que te cuesta creerlo, ¿vale? Pero por favor, no pienses que me quiero burlar de ti o algo parecido. Mira, no es como si estuviese enamorado. No pienses que voy a decirte algo así, pero sí que me gustas. Me gustas lo suficiente para querer conocerte más y para que me preocupe lo que te pasa —me miró de reojo y yo le mantuve la mirada solamente porque no sabía qué puñetas podía hacer en ese momento. No me lo creía en absoluto.

Respondí con el silencio más absoluto. Gabriel no me había hecho creer en ningún momento que tenía alguna mala intención conmigo, pero aquello me parecía surrealista. Tenía dos posibilidades: dejarme llevar por mis pensamientos que parecían escrito en piedra como leyes universales o ponerme a pelear contra ellos aceptando que podía estar equivocada. La más fácil era la primera opción. Probablemente debía haberme abrazado a ella con todas mis fuerzas. Sin embargo, la segunda opción lograba que sintiese emociones que aunque me asustaban podían resultar gratificantes. ¿Dejaría que el miedo venciese? Nunca había intentado algo distinto. Concederle toda clase de victoria había sido la constante en mi vida.

Empecé a preguntarme qué era lo que yo sentía por Gabriel. Ni tan siquiera me lo había planteado. Era atractivo y eso significaba, al menos, que podía notar cierta atracción física. En fin, era penosa en todas estas cosas. Permitirme sentir no había formado jamás parte del plan.

— ¿Te supone un problema? ¿Quieres que me vaya ahora mismo?

Pude notar cierta pena en su tono de voz. No podía culparle de tener mal gusto, porque lo tenía, aunque la parte de mi ego que se estaba viendo alimentada en ese momento, casi lograba que me sintiese como un pavo real. ¿Se podía creer y no creer algo al mismo tiempo?

— No. No hace falta que te vayas...

Empecé a pensar en todo lo que me había dicho Cheryl ¿Y si era cierto? ¿Y si las insinuaciones sexuales de mi jefe también lo eran? Tenía mucho que pensar y no sabía si estaba en las mejores circunstancias para ello. ¿Podía haberse dado la vuelta toda mi vida y estarme dando las oportunidades que me había negado en el pasado? ¿Había sido yo misma quien les había dado carpetazo antes de que alguna de ellas brillase lo más mínimo?

Antes de clarificar mis sentimientos por Gabriel tenía algo claro. Por si me despertaba de ese sueño en el que todo era posible había unas cuantas cosas que debía hacer.

Gabriel tuvo que irse. Había quedado con sus hermanos. Tenía más cosas que hacer que pasar todo el tiempo conmigo. No habíamos vuelto a hablar sobre el tema. Habíamos dejado todo en un parón. No había querido que le esclareciese mis sentimientos lo cual era otro punto a su favor. ¿Qué chico acepta todas las limitaciones de la persona que le gusta? Yo sabía que venía con todos los frenos puestos.

Aquella noche de tacos y alcohol se convirtió en una tarde de alcohol solamente para mí. No podía creerme que estuviesen tardando tantísimo en hablar. Cheryl no contestaba si la llamaba y aquello no podía saber si eran buenas o malas noticias. Lo único que tenía claro es que estaba en un sin vivir. Quería que se arreglasen. Quería saber lo que había pasado entre ellos mientras la imagen de Gabriel diciéndome que le gustaba volvía a mi mente de vez en cuando.

La puerta sonó. Dejé el vaso lleno de ese dichoso líquido de melón que era el favorito de Cheryl. Cuando alcancé la puerta, deseé que fuese alguna noticia de la clase que fuese, algo bueno a lo que pudiese aferrarme y pensar tan solo en eso. Sin embargo, al otro lado de la puerta estaba Arthur.

Sus manos en los bolsillos le daban cierto aspecto peligroso. Me vinieron de golpe todos los momentos vividos con él. Esos besos, esa posesividad. ¿Qué diablos importaban las consecuencias?

Agárrate que vienen curvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora