Introducción

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Durante lo que llevo de vida he visto muchas cosas, me he dado cuenta que no es para nada fácil sobrevivir en una humanidad llena de crueldad, sobretodo cuando se hace parte de aquella porción de personas desquiciadas.

Porque tengo que luchar con mis demonios internos, y ha sido una lucha insaciable hasta mi actualidad.

La mayoría de personas que conocí las podría calificar como parte de mi aprendizaje, tropiezos y levantos, hacia mi camino a la cima. En donde he merecido estar todo el tiempo. Y es lo que mi mente no se cansa de repetirme, lo he entendido desde que la vida misma me abofeteó infinidad de veces, me derribó y puso el peso del mundo... del mundo de todas las personas que me rodean, sobre mis hombros, que ahora se mantienen erguidos para contemplar el final, o tal vez el principio del desastre.

He sido una chica jovial, sana, risueña, lo fui alguna vez en un capítulo de mi vida, en el mismo donde pude conocer verdaderamente las bromas del destino, que eventualmente me jugaría una trampa para ponerme a prueba. He estado llena de falacias, engaños, crueldad, y traiciones; ninguna amorosa, no creo que alguna de este clase pueda dañarme, la traición que me ha tocado ha sido de las peores, conllevó demasiados problemas, más de los que algún día imaginé soportar, y es la causa de mi torcida personalidad. Y la chica jovial de la que hablaba desapareció, aunque desde hace rato sabía que mi carácter se forjaba duro, pero no sabía que más pruebas necesitaba para que se volviera tan intolerable.

Si, soy intolerable, imparcial, irregular en cuanto a personalidad, irritante, iracunda, impetuosa, y muy tóxica y nociva para la gente.

Me gusta ser así, siento que puedo repeler el peligro, y jamás volver a vivir lo que alguna vez.

He vivido amores insanos. He encontrado en el poder de la carne, la salvación de mi espíritu. He encontrado en mi propio poder la manera de controlar a personas que no tienen autonomía. Soy una pecadora, para muchos, y una deidad para mí.

Porque ese que se hace llamar amor propio ha invadido cada espacio de mi ser de una manera asfixiante, que ahora muchos lo llaman egocentrismo. Sí, soy una mujer egocéntrica.

El pasado marca en un futuro a las personas, mi pasado me ha traumado, lo ha hecho significativamente durante todos estos años, haciéndome emprender una búsqueda hacia el placer infinito.

No, no soy una ninfómana.

Se controlar mis bajas pasiones.

Me considero una muy buena influencia para mis cercanos, un bien a la humanidad. Eso soy.

He sufrido.

He callado, muchas veces.

He puesto por encima mi estatus social que mi dignidad.

He sido déspota, orgullosa, amargada.

Maltratada, también.

Pienso firmemente en el Karma, todo mal hecho es regresivo, sólo que el mío no ha llegado aún.

Y espero se demore en hacerlo.

Puedo escuchar el sonido de mis tacones hacer eco en el salón, puedo escuchar el pasar de las páginas de los libros que tanto leía, puedo sentir mi piel hacer contacto con el terciopelo rojo del sofá, puedo sentir los pasos apurados de chicos yendo a sus clases.

Puedo sentir las manos del malévolo destino acariciar mi rostro y descubriéndome ante el mundo.

Todo es cuestión de tiempo, tiempo pasado, tiempo presente, no sabría si ahora el pasado empezaba a invadir mi presente, como una nube gris volviendo todo oscuro a su paso, ¿O sólo llenando de agua a una zona árida y seca?

Aquí vamos.

Mi jefa, es una mujer peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora