1. Entre enemigos

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- ¿Dónde...estoy?

Kohaku abrió los ojos, confundida, con un terrible dolor de cabeza, y otro igual o peor en el costado de su cuerpo. Estaba a oscuras, incluso con su fina vista no lograba ver mucho alrededor. El lugar apestaba a humedad y encierro, y el suelo en el que estaba recostada era de piedra, frío. Quiso levantarse, pero se dio cuenta de dos cosas: Estaba atada de pies y manos, y le dolía insoportablemente el costado de su cuerpo, incluso respirar le costaba. Escuchó unos pasos alejarse, pero no alcanzó a identificar su procedencia, todavía mareada. ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? ¿Por qué estaba atada, dolorida y a oscuras?

Quiso respirar profundo para calmarse y pensar con claridad, pero al instante se volvió a dar cuenta que no podía hacer eso, cuando una punzada de dolor le atravesó el cuerpo. Ella era fuerte, muy fuerte, y había resistido muchos golpes...pero esto era otro tipo de dolor, mucho más intenso, un dolor que no conocía. Debía de tener algún hueso roto, aunque tampoco podía comprobar cuál, así atada como estada. Se giró sobre sí misma para encontrar una posición que le incomodara menos, y encontró que apoyar la espalda en el piso era lo más simple y cómodo.

Se obligó a recordar, a encontrarle un sentido a todo eso, y poco a poco su mente se empezó a aclarar y le vinieron varias imágenes a la mente. Lo último que recordaba era que se había encontrado con una persona que lucía como un pájaro gigante, y con un casco extraño en la cabeza. Sí, había luchado contra esa persona, pero pronto se había dado cuenta que la superaba ampliamente en fuerza y habilidad, pese a sus mejores intentos de atacarlo y de defenderse. Recordó que había encontrado muy frustrante no poder lastimarlo, porque todo su torso estaba cubierto de una gruesa armadura, sólo los brazos y piernas los tenía descubiertos, y se había defendido muy bien, demasiado, aun en la oscuridad de la noche. Intentó recordar algo anterior, y le vino a la mente que había llegado allí porque estaba buscando algo de comida para Chrome y para ella, que estaban vigilando esa "casa" gigantesca desde la copa del árbol, mientras esperaban noticias de Gen, o de sus compañeros en el barco.

Ella era sigilosa, no tenía idea cómo demonios la habían detectado, y mucho menos dejado así en tan poco tiempo. Podía deducir que la persona que la atacó logró desmayarla a golpes, y que se la había llevado a ese lugar enorme, y ahora era una rehén ahí. Eso significaba que estaba en el mismo lugar que Gen, no eran tan malas noticias. Ahora lo que tenía que hacer era buscar la forma de escapar, sola o con él, necesitaba verlo para decidir, el mentalista estaba en medio de una estrategia de espionaje. Escuchó pasos cerca, pero esta vez se estaban volviendo a acercar a ella. Pese al dolor que le provocaba cada mínimo movimiento, trató de levantarse, pero fue en vano, casi lloró de las punzadas que ahora sentía claramente en su maltratado cuerpo.

- Yo que tú no me movería.

Eso dijo una voz grave, de hombre, desde la oscuridad. Pudo entenderlo, pero hablaba extraño, un poco tosco. Por reflejo, pensando que era la persona que la había atacado, intentó moverse, tragándose el dolor.

- No te muevas, niña –Repitió el hombre– Tienes una contusión cerebral leve, y al menos unas costillas rotas. Si no quieres empeorar tu situación, sé inteligente y quédate quieta.

- ¿Dónde estoy? –Preguntó, hablando con dificultad.

- ¿Hablas inglés? Eres compañera de Míster Gen.

- ¿Qué es "inglés"?

- ¿Qué clase de pregunta es esa? Pensé que podías ser una troglodita, pero no a tal punto.

- ¿Dónde estoy? –Volvió a preguntar Kohaku, tratando de ver a su interlocutor.

- En mi castillo. Mi soldado te atrapó husmeando en nuestro territorio. Parece que le diste una buena lucha, pero no tenías chance alguna contra él. Espero que entiendas tu situación, así que dime, ¿cuántos niños como tú estaban en los alrededores?

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