Capítulo 6- Decisión inquietante

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Rubén

Si yo conociese a mi alma gemela y esta se muriese, ¿me dirías dejar de amar? ¿Dirías eso a tu propia hija?

Esas palabras se siguen repitiendo en mi cabeza cada día. Yo no le diría eso a Mar porque... eso sería injusto, ella podría decidir por si sola.

Deja de mentirte a ti mismo. Esa no es la razón.

Suspiro a escuchar mi voz interna.

–¿Por qué dejaste de amar? – Me pregunto a mi mismo, mi tono masculino oyéndose claramente en el espacio vacío de mi habitación.

Porque ya conocí a mi alma gemela y el alma gemela solo se encuentra una vez.

¿Y por qué no intentas a ver si puedes amar a otra persona como hacen otras personas?

Un temblor y frialdad se adentra en mis hombros y espalda al escuchar a mis pensamientos. Un nudo pequeño se forma en mi garganta y de repente noto que tengo mucha saliva llenándome la boca. La trago y me miro al espejo grande que está en medio de la habitación. Mis ojos están enrojecidos, una angustia repentina golpea mi pecho.

¿Por qué?

La voz vuelve a repetir la pregunta en mi mente. Giro la cabeza y me enfoco en el lado de la cama que está vacío. Más frío estruja mi espalda y frialdad empieza a hacerse presente en mi garganta.

–P-porque me encariñé con la soledad.

¿Qué más?

Trago grueso, una cascada comienza a resbalarse por mis mejillas, un peso pesado se cae en mi pecho. Muevo mi cuerpo para volver a mirarme a través del espejo, mi visión borrosa me saluda. –T-tengo miedo de volver a... amar... tengo mucho miedo d-de perder a más personas... Lo mejor es cerrarme al amor para no sufrir más pérdidas posibles.

Un desastre de lágrimas brota de mis ojos sin control.

¿Qué hubiese querido Orquídea para mí?

Me agacho para alcanzar una caja debajo de la cama. La abro y hurgo en ella hasta encontrar una foto de Orquídea.

Contemplo su rostro: esas líneas marcadas con belleza, esas ojeras que demuestran lo mucho que se esforzaba en la vida. Sus ojos verdes como hojas están llenos de un brillo que contiene fuerza, sabiduría, amor, cariño y compresión. Orquídea era una persona muy fuerte, sabía mucho de la vida, te podía dar muy buenos consejos porque entendía muy bien a las personas. Una de las cosas más bellas era que ella daba amor y cariño incondicional incluso a sus amigos, algo que muy poca gente hace.

Lágrimas caen de mis ojos como gotas de lluvia limpiando el mundo.

Trago saliva y exhalo. –¿Qué hubieses querido que haga yo?

Miro fijamente al verde de sus ojos pensando profundamente en cuál hubiese sido su respuesta si pudiese responderme.

Que seas feliz. – Escucho la voz de mi hija a la puerta.

Levanto la cabeza y la veo parada en la puerta, sus pupilas transmitiéndome comprensión, fuerza y ánimo.

Mamá hubiese querido que seas feliz, estoy segura de eso.

Mar da unos pasos entrando en la habitación y se sienta en la cama a mi lado. Su color marrón miel se mezcla con mi color azul verdoso, un brillo intenso ilumina su mirada. –Deja de luchar contra tu vida y déjala fluir. Te mereces ser querido por una persona que te aporte cosas que yo no te puedo aportar. Deja de cerrar las puertas que se presentan ante ti y puede que el amor llege a ti.

Almas Gemelas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora