Capítulo 30- Una posibilidad

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Lunes, 17 de diciembre

Lluvia

Exhalo, el alivio escuchándose con claridad. Mis hombros se relajan, parte de mis células han dejado ir la tensión.

Salgo del juzgado sin esposas, mis manos sintiendo la brisa frígida de diciembre, la despedida del otoño y el saludo del invierno haciendo eco. Cada paso que doy es lento y calculado. ¿Ahora a dónde voy?

El juez me ha declarado inocente y por lo tanto me ha concedido la libertad. Pero la sonrisa no llega a mis labios. No me siento libre porque ya he perdido la oportunidad de estar junto a Rubén por el resto de mi vida.

Hay gente que dice que no necesitas a nadie para completarte porque tú como individuo estás completo. Otras personas dicen que al encontrar tu media naranja estarás completo. Entonces, ¿cuál es la respuesta correcta?

Yo no siento que dependo de un hombre, soy una persona muy dependiente. Pero a la vez siento que una parte de mi se ha incrustado en Rubén y nunca podré recuperarla. Se halla un vacío en mi interior porque me falta esa parte de mí.

Por poder, podría vivir sin Rubén pero no quiero. ¿Eso me hace una persona débil que depende de él? Para alguna gente si pero para mi no porque es muy distinto no poder vivir sin la persona que amas y no querer vivir sin la persona que amas.

Trago grueso, la garganta tirando de mí.

Pero en la vida no siempre puedes tener todo lo que quieres.

Esa frase me dispara una bala creando un agujero en mi corazón.

Me paro en seco cuando veo a Javier cerca de la entrada a unos metros de mí. Sus ojos me transmiten alegría al percatarse de que he salido. Arrugo las cejas, la confusión entrando en ellas.

¿Acaso me ha estado esperando? ¿Por qué no se ha ido cuando han retirado todos los cargos contra mí? ¿Y por qué se ve tan alegre de verme?  

Desde ese día en la cárcel siempre me ha mostrado hostilidad y enfado. ¿Qué ha cambiado ahora?

—Muy buenas tardes, Lluvia. — Su sonrisa se esfuma y una seriedad traspasa sus ojos dando la sensación de que son más oscuros. —Tengo que contarte algo y pedirte disculpas.

La confusión aumenta, mis cejas siendo empujadas para arriba. —No entiendo.

—No te preocupes, no voy a hacerte nada. Siento haber sido hostil, no te mereces ser tratada así. Eres una persona buena, Lluvia. — Culpabilidad y perdón se adentran en sus pupilas, un bulto tirando de su garganta.

Traga saliva y yo bajo los escalones sintiéndome más segura. —¿Pasa algo?— Espero su respuesta que nunca llega. Él se enfoca en el suelo y mis ojos se llenan de preocupación.
    

—¿Javier?

La preocupación y confusión son audibles en mi tono.

Oigo al mejor amigo de Rubén suspirar, sus ojos finalmente buscan los míos. Pura agonía y remordimiento oscurecen su mirada. Percibo la duda arrugando su rostro. Por alguna razón esto le esta causando una tortura interna.

Almas Gemelas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora