Capítulo 17- Vidas preciosas

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Rubén

Manuel Ramírez Navarro

21. 11. 1954 - 17. 7. 1994

“Vive al máximo, solo tienes una vida.”

Una ola de tristeza me envuelve al leer las palabras talladas en la tumba.

–Es la tumba de mi padre. – Lluvia comenta con una tranquilidad que me sorprende. Me he dado cuenta que le es difícil compartir cosas así con otras personas que no son amigas o familia. Ella no es una persona que llevaría a una persona cualquiera para visitar la tumba de su padre. Siento que este es un momento muy especial y sagrado.

No lo arruines con tu desastre, Rubén.

–Vengo cada diecisiete de julio para celebrar su vida. Como el diecisiete era un martes no te llame para no molestarte en el trabajo. Espero que esto no dé un aire muy sombrío.

Una sonrisa pequeña se forma en mi rostro seguido por el ligero estiramiento de mis líneas faciales. –Para nada. Va a ser un placer conocer a tu padre a pesar de que no puede ser en persona sino a través de ti.

Lluvia me muestra sus dientes, una sonrisa sincera y que expresa alegría, estira sus labios rojos fucsia que me encantan.

Mi novia– Lluvia se gira y se arrodilla frente a la tumba. –Papá, hoy he traído a un invitado. – Me mira, me ofrece su mano y yo la cojo. La imito quedándome arrodillado al lado de ella.

–Te presento a alguien muy especial para mí. Se llama Rubén, es un padre muy bueno, una persona muy buena. Estoy saliendo con él. Papá– Una lágrima se derrama de su ojo derecho. –Es la primera vez en mucho tiempo que me está yendo muy bien en una relación. Me hubiese gustado que estuvieses aquí para conocerlo en persona. – Más lágrimas se resbalan por sus mejillas. –Sabes, me imagino cómo de bien os llevaríais… Quedaríais cada sábado o domingo, jugaríais a las cartas, le enseñarías cómo jugar al hockey…

Aprieto la mano de la mujer que me gusta y la llevo a mi corazón haciéndole saber que significa mucho para mi la imagen que ha creado.

–Rubén tiene una hija, se llama Mar. Es una adolescente muy madura para su edad, me sorprende cuanto entiende de temas adultos. De hecho, fue ella la que nos unió, planeó nuestra primera cita. Y me alegro mucho que lo haya hecho. – Su sonrisa se ensancha con mucha felicidad y gira la cabeza. Sus ojos que brillan con la intensidad de las emociones traspasan los míos.

La mujer que me gusta sacude la cabeza ligeramente, sus labios fucsia permanecen estirados transmitiendo la gran felicidad que siente. –Es totalmente surreal. En ninguna historia que he leído o que he escrito la hija de un hombre planea una cita entre él y una mujer.

Mi corazón salta de emoción y felicidad. Me gusta todo de ella: el hecho de que es una escritora, sus ojos con ese tono de azul oscuro, su rostro blanquito, su pelo negro con rizos pequeños. Contemplo cada parte de ella observando cada detalle, la brisa soplando su pelo bloqueándole la vista por segundos.

Giro mis rodillas para estar cara a cara con Lluvia. Estiro mi brazo y le quito un mechón de pelo de su vista. Acaricio su mejilla con dulzura, mis ojos posados sobre los suyos en todo momento. –A veces lo que parece surreal e imposible de pasar en la vida termina pasando en tu vida.

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