Capítulo 21- Atención compartida

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Malena del Mar

Mastico la tostada con tomate cuando escucho unos pasos. Mis ojos se enfocan en el pasillo y lo que veo me llena de alegría: Mi padre y Lluvia están envueltos en una bata cada uno, sus manos entrelazadas, dos chupones muy claros se ven en el cuello de mi padre. Me alegro que han ido al siguiente nivel en la relación porque mi padre a enfrentado y sigue enfrentando a sus miedos. Una sonrisa decora mis labios.

–¡Buenas mañanas!

–¡Buenas mañanas, Mar! – Ambos dicen con una energía inusual.

Las líneas faciales de ambos están estiradas, un brillo nuevo está llenando sus pupilas, la inmensa alegría siendo contagiosa.

–¿Qué tal estás, Mar?

–Muy bien, ¡he hecho ya dos cortos con mis amigos! – Mi sonrisa se ensancha, de verdad creo que por fin he encontrado mi pasión.

Ambos se quedan boquiabierta, el asombro evidente en sus rostros. –¿Cortos? ¿Cuándo?

–Bueno, – Un poco de seriedad reemplaza la sonrisa. –No quería decíroslo hasta que funcionase. Papá, tú siempre has sido el que me ha cuidado y te sientes muy responsable de mí. Pero quiero que sepas que ya puedo conseguir hacer algunas cosas por mi cuenta, sin tu ayuda. Puedes dejar de preocuparte. – Le dedico una pequeña sonrisa.

–Me seguiré preocupando porque eres mi hija pero me da alegría saber que eres una persona independiente. Casi siempre me he preguntado si soy un buen padre y ahora pienso que habré hecho algo bien. También tú has sido la que has querido hacer esto, yo no te he dicho nada. Así que felicidades. Estoy muy orgulloso de verte crecer y debo admitir que va a ser melancólico para mí el día que te vayas te casa. No tienes que irte a los dieciocho pero tu independencia me dice que probablemente te vayas poco después. Tienes unas ganas, una sed para hacer cosas por ti misma y explorar el mundo exterior.

–Tienes razón papi y quiero que sepas que para mí también va a ser difícil irme de casa.

Los ojos de Papá se llenan de lágrimas, un sentimiento agridulce penetra este ambiente. Él me envuelve con su calidez paternal sabiendo que el tiempo que queda antes de que me vaya se ira volando. Besa mi mejilla y yo beso la suya. Unos segundos después rompe el abrazo y se sienta en su sitio, Lluvia le imita sentándose al lado de él.

Seriedad y eureka llenan a mi amiga. –Uy ¿está bien si me siento aquí?

Ambos se miran a los ojos intensamente como si algo tenso hubiese pasado entre ellos. Mi padre se queda pensativo durante unos segundos y asiente.

–Cuéntame más sobre los cortos. ¿Cómo empezaste? Pensaba que estabas quedando con tu novio estos últimos dos meses. – Papá vuelve a enfocar su atención sobre mí.

Lluvia y él cogen una tostada cada uno y se lo sirven en sus platos esperando mi respuesta.

La sonrisa vuelve a formar parte de mi rostro, la felicidad llenando cada una de mis células. –En cierto modo no te estaba mintiendo. – Admito al pensar en el acuerdo que tenemos: nunca nos mentimos. –Mi novio es el que me introdujo a la filmación. Me mostró el club que hay en Galway.

La inquietud se adentra en el semblante de mi padre y la sorpresa vuelve a cobrar vida en él. –¡Eso está a tres horas de aquí! – Expulsa sin gritar pero con puro asombro.

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