Capítulo 14 - Conexión asombrosa

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Rubén

Me miro en el espejo por quinta vez sin saber qué ponerme para mi segunda cita con Lluvia. Froto los ojos con frustración, no quiero vestirme con demasiada elegancia o al revés.

Exhalo al escuchar a mis pensamientos: Cómo se nota que estás muy desacostumbrado a tener citas, Rubén.

-¡Mar! ¿Me puedes ayudar, por favor?

-¡Si! Ya voy. - Oigo sus pasos corriendo por las escaleras. -¿Qué pasa, Papá?

Me doy media vuelta para que vea cómo me queda la ropa. -No sé qué llevar puesto. - Me gusta poder expresarme honestamente en cualquier momento con mi hija.

-Se tu mismo. Ponte lo que refleje la persona que eres tú.

Duda se adentra en mis pupilas y Mar lo nota. -Es que no sé. Quiero dar una buena impresión. Lluvia es la primera mujer con la que siento que quiero salir de verdad en ocho años y no quiero que nada salga mal.

Cabrita se acerca y pone sus manos sobre mis hombros, su expresión derrochando seriedad. Sus ojos se posan sobre los míos. -Papá, tranquilo. Conozco a Lluvia, es mi mejor amiga. Sé que ella no se fija en lo físico. Ella juzga a las personas por sus acciones, por qué tipo de persona son, no por cómo se visten. Pero ese no es el punto. Tu vales mucho cómo persona, Papá. Si dejas de interesarle a alguien por qué ropa llevas eso quiere decir que no te valoran como persona.

Asiento percatándome de la verdad que cuentan sus palabras. -Muchas gracias, hija. Me siento tonto por no pensar en eso. A veces mis pensamientos y miedo hacia lo nuevo, un compromiso romántico me influye mucho y pierdo la razón.

Mar me abraza fuertemente. -No te sientas tonto, es normal. Tu eres una persona con sus miedos, inquietudes y pensamientos como todos. Estás haciéndolo muy bien y estoy segura de que Lluvia lo ve. - Me da un besito rápido en la mejilla y rompe el abrazo. -Así que ponte lo que sientas que quieres ponerte. Rápido, que si no vas a llegar tarde. - Echa un vistazo al reloj antes de darme una sonrisa de apoyo y salir de la habitación.

Me sonrío a mi mismo y me miro a través de mi reflejo. -Lo estás haciendo bien, Rubén. - Intento animarme y exhalo.

Mis ojos tan peculiares se fijan en los vaqueros grises, en la camiseta lila y en la chaqueta negra de cuero colgados en la silla de mi habitación. Mi sonrisa se ensancha, decisión tomada: Vestirme cómo quiero sin importar lo que la gente va a decir o pensar.

*****


-Guau, ¡que cuadro tan espectacular!- Lluvia comenta, la alegría y emoción clara en su tono.

Estamos en la galería de arte Crawford Art Gallery en la ciudad. Hace años que no voy, la última vez que vine fui con Javier. A Orquídea no le gustaba mucho el arte, ella era más de números y de ayudar a la gente con cosas prácticas. Por eso se dedicó a ser una terapeuta de lenguaje. En cambio, a mi siempre me ha fascinado el arte, cada dibujo o cuadro te puede contar mucho, hacer sentir millones y una emociones. Es curioso cómo a ambos Orquídea y mi mejor amigo le gustaban ayudar a la gente pero solo a Javier le gustaba y le sigue gustando el arte.

-Si, se puede interpretar de muchas formas. - Me quedo mirando y analizando el cuadro: Hay un niño que parece tener nueve años, sus ojos marrones están fijos en el horizonte detrás de él, el sol parece estar decaído. Sus líneas faciales están estiradas con tristeza, confusión, enfado, rabia e incredulidad.

-¿Qué historia crees que cuenta el niño? - Lluvia me pregunta con curiosidad.

-Pueden ser muchas cosas... puede estar pasando por un momento confuso del crecimiento, quizás es más maduro que su edad y es preadolescencia... se lleva mal con sus padres y está pensando en escapar de ellos y de la realidad por un tiempo. Puede que sea huérfano, simplemente tenga mucha curiosidad por averiguar lo que hay más allá del horizonte y también quiera ir para ver si encuentra a sus padres o gente que cuide de él.

Almas Gemelas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora