Capítulo 24- Recuerdo tenebroso

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Javier

Viernes, 10 de agosto

Cada gota de lluvia hace eco al caer al suelo, el sonido pacífico llenando mis oídos. La luna llena ilumina las calles de Irlanda, su belleza transmitiendo más serenidad. La oscuridad del cielo negro crea un contraste muy bonito. Es refrescante y divino escuchar la música de la lluvia y sentir paz contemplando el paisaje después de haber tenido un día estresante en el trabajo.

Cierro los ojos y echo la cabeza atrás permitiendo que las gotas caigan en mi rostro y dibujen líneas que recorren mi cara. Me relajo, el sonido de cada gota cayendo, el olor a humedad y el tacto a mojado provocando que la tensión acumulada en el día se libere de mis músculos.

Me quedo unos minutos así disfrutando el momento solitario pero hermoso. Mis fosas nasales se llenan de esa fragancia a humedad, mis líneas faciales sienten el agua pegarse a ellas, mis oídos escuchan atentamente a la canción que canta la lluvia.

Cuando siento que toda la tensión se ha esfumado abro mis ojos y me enderezo agradeciendo a la naturaleza sin palabras. Me agacho y alcanzo mi paraguas que está posado contra una pared. Lo abro y cubro mi cabeza. No tiene mucho sentido ya que mi pelo está empapado pero mi cuerpo todavía no se ha mojado mucho. Espero que no coja un resfriado.

Empiezo a andar rápidamente para llegar a casa lo más rápido posible.

A pesar de que es verano aquí llueve mucho y muy rara vez hace un verano de verdad como tenemos en España. Echo de menos ir a mi país y visitar a mis padres pero no puedo de momento. Este año ha sido difícil en el trabajo y lamentablemente no me puedo permitir cogerme unas vacaciones. Una tristeza se adentra en mi corazón al pensar en eso.

Deja de pensar en eso, Javier. Sabes cómo te pones cuando piensas en mamá y papá.

Exhalo, cada paso que doy se siente pesado y duro. Puede que la rigidez ya no esté pero el cansancio sigue apoderándose de mí.

 Me alegro de que tienen muchas farolas en estas calles porque sino no podría ver bien por donde voy. Vivo en un piso, a unos veinte minutos andando de la casa de mi mejor amigo. La gente me diría que tendría que haber sido muy fácil ir a consolarle cuando Orquídea se murió pero estarían muy equivocados.

La distancia física no ayuda si la distancia emocional no está cerca.

En ese momento Rubén y yo estábamos muy distanciados emocionalmente.

Deja de pensar en el pasado triste y doloroso, Javier.

Suspiro dejando los pensamientos negativos a un lado. Casi cada noche me pasa que algún pensamientos negativo se asoma por mucho que intente entrenar a mi mente a ser positiva.

La voz de la profesora del curso de psicología invade mi mente:

Los pensamientos van y vienen. A veces tendrás positivos, otras veces tendrás negativos. Puedes trabajar en tu salud mental para que tengas una actitud positiva pero nunca vas a poder eliminar todos los pensamientos oscuros. Y la salud mental es algo en lo que se tiene que trabajar cada día de tu vida para que te sientas bien la mayor parte del tiempo, para que no reacciones mal, para que no te tomes las cosas de una forma negativa y para tener más éxito en la vida.

Vuelvo a la realidad al oír un grito. Mis ojos buscan el sitio de donde ha venido ese grito. Me ha parecido que la voz es varonil.

Me paralizo al instante. Mis pies se quedan pegados al asfalto. El paraguas se me resbala de las manos y se cae. Mi corazón palpita en mis orejas. Los ojos se me abren más, una mezcla de asombro, shock, confusión e incredulidad formándose.

Almas Gemelas ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora