Capitulo 18

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¡Feliz Cumpleaños, Amelia!

Amelia Lorant; la dulce chica con cara de niña risueña, su cabello claro, tan corto que apenas llega a su mandíbula delgada, sus ojos oscuros tan diferentes a los de su hermano, reflejan pureza e inocencia. Tiene la cara como una muñeca de porcelana, se ve tan frágil y delicada, parece que podría quebrarse con el más mínimo toque.

Esa chica de ojos saltones y sonrisa dulce, labios delgados, nariz perfilada, su cara fina y cuerpo esbelto podrían hacerla pasar por una pequeña niña. Pero no, Amelia es mucho más que eso.

Es tan talentosa con el pincel, como agresiva con una navaja, su carisma tan dulce, como el veneno que emana de sus labios, sus manos tan frágiles y delgadas, las mismas que han cometido tantos asesinatos.

Así es, Amelia, la chica dulce y tierna que desde su llegada no ha hecho más que impartir ternura y delicadeza, suele ser la más despiadada cuando de asesinatos se trata.

Hoy, nuestra querida Amelia cumple 16, y como regalo no le espera nada más ni nada menos que una depuración, su juego favorito de cumpleaños. Cada primero de noviembre, alguna escoria humana desaparece, es raptada por los Lorant, para divertirse. El día de cumpleaños de su pequeña Amelia, pasa de ser una inocente fiesta con algo de alcohol, a una carrera por el bosque cazando a su nueva víctima.

Amelia

Como cada uno de mis cumpleaños, me gusta despertarme temprano, suelo hacer las actividades que no podré realizar el resto del día ya que mis padres no me dejan mover un solo dedo cuando es mi fecha especial.

Procedo a darme una ducha despojándome de las secuelas que el dormir pésimo deja en mi sistema, maquillo mis ojeras y cubro mis delgados labios con algún tono que les de color. Mi primera tarea será adelantar mis apuntes de las materias, le saque las clases que dictarían los maestros a algunos de ellos, quienes cedieron sin más esfuerzo que un fajo de billetes. Quiero anotar lo más posible, pues en el horario de clases tengo otras cosas que resolver.

Mi labor es interrumpida por sonidos de mi teléfono recibiendo mensajes de felicitaciones que respondo con un Gracias, honestamente detesto que me digan por un simple mensaje lo que podrían decirme de frente, me parece algo cobarde.

Termino mis tareas y el sonido de mi puerta resuena por la habitación. Papá entra colmando de globos y paquetes el dormitorio, me levanto a abrazarlo y me llena la cara de besos.

-Feliz cumpleaños muñequita- me dice y abraza tan fuerte que apenas puedo respirar- Te amo más de lo que imaginas.

-Gracias papá, yo también te amo.

Mi serenidad es interrumpida por mi madre quien hace que me enderece y suba la cara para verla. No trae más que una pequeña caja envuelta en papeles plateados.

-Feliz cumpleaños, cariño-. Me abraza, pero lo siento forzado, ella y yo no tenemos una buena relación.

-Gracias.

-Deberías bajar a desayunar-. Habla papá rompiendo el incomodo silencio que comenzaba a formarse.

-Claro, enseguida voy.

Mis mañanas en esta casa son lo mismo siempre, me levanto, como, peleo con Mauro, me voy al instituto, vuelvo, salgo, llego, discutimos, me duermo. Se ha vuelto rutina desde que nos mudamos y descubrí lo que está haciendo mamá, ella sabe que lo sé, y se hace de la vista gorda, a pesar de que hemos tenido más enfrentamientos de los que deberíamos.

***

Mi mañana en el instituto es más de lo mismo, felicitaciones, halagos, y todo eso. Lo agradezco con una sonrisa en el rostro, queriendo ocultar las ganas que me carcomen de aplastarlos a todos hasta que su sangre corra a chorros por los pasillos del instituto, hasta que no quede nadie más que Mauro y yo sobre la pila de cadáveres, se que él disfruta esto tanto como yo, y sé que lucha por ocultar algo que simplemente no puede. Cuando se carga con estos demonios o llevas la fiesta en paz o ellos te devorarán hasta llegar a la locura, y para ser sincera prefiero la primera.

RELEVIUMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora