Prólogo

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¿Qué pasa cuando lo que buscamos está debajo de nuestras narices?

¿Cuánto estamos dispuestos a perder por encontrar lo que queremos?

¿Qué pasa cuando las personas que queremos se convierten en nuestros rivales en una cuestión de vida o muerte?

¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar?

Esta última pregunta me la he hecho a lo largo de la semana, llevo días dándole vueltas a la propuesta de mi familia, pero no estoy dispuesta a perder a personas que quiero por su avaricia y sed de poder.

Miro los árboles en el camino, tanto ver por la ventana del auto me causa mareo y dolor de cabeza, tengo la sensación de que algo no va bien.

-No deberíamos seguir- le digo a mis padres -No tengo un buen presentimiento sobre todo esto.

-Tienes razón querida- dice mi madre mirándome a través del retrovisor. Siendo sinceros, ella tampoco quería venir. Si no hasta que mi padre la obligó- Braulio hay que dar la vuelta.

-No seas testaruda mujer- dice mi padre con la vista clavada en la carretera.

Mi padre frena de golpe y me tambaleó hacia adelante gracias al brusco movimiento. 

-Creo que nos han ganado el premio- dice mi padre. Miro a través del cristal y un grupo de personas con máscaras está trancando el paso, cubiertos de sangre y tierra.

Tienen varios cuerpos a los pies. Intento revisar las herramientas que están en la parte de atrás del auto y cuando vuelvo hacia adelante tengo un cañón en la nuca.

-No te muevas, si lo haces. Bum en tu bonito cuello- dice con voz como de un robot una figura enmascarada que sujeta una pistola en mi cuello. Las mismas máscaras que se encuentran en mis pesadillas desde aquella tarde en el cementerio. 

Siento un golpe en la nuca y caigo desmayada.

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