Capitulo 20

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Bajo tierra se esconde un secreto:

Sara:

Después de asesinar a sangre fría como lo hice, no me queda ningún remordimiento de conciencia. No me molestaba el asesinato en sí, me molestaba no sentir nada después de lo que había hecho. Voy a encontrarme con Mauro en el lugar acordado, ya es hora que me muestre lo que sabe.

Decidí llamar a Sophi, pues esto podría ser un elemento clave en la búsqueda de Susej, de quien no han encontrado pistas de su paradero. Yo estoy más que decidida a encontrarla y haré lo que sea, con tal de que salga viva de esto.

Me encuentro revisando mi teléfono y dándole indicaciones a Sophia de donde encontrarme. Y para cuándo me doy cuenta, no había una, sino tres anatomías paradas junto a mí.

-¡Sara!- me saluda Sophia y me abraza, a lo que respondo abrazándola de vuelta. Luego está Mauro con su cara de soy mejor que todos ustedes, y por último –pero que no pasa desapercibido- estaba Alexey.

¿Qué rayos? ¿Qué hace Alexey aquí?

-Sara- me saluda, y su voz. Oh Dios mío. No sé si alguien haya escuchado la voz de un ángel, pero esa era la definición de la voz de Alexey Pavlov, quien a diferencia de Mauro, él se veía como si el mismísimo Dios hubiera engendrado un hijo con Chayanne. Alexey tiene una cara de ángel, sus rasgos tan finos, tan delicados, tiene un rostro que parece esculpido por los mismos dioses.

-Alexey- le devuelvo el saludo como si no me hubiera imaginado diez mil escenas de él bajando del cielo, con una túnica de ángel.

-Bien- habla Mauro-lo que haremos será lo siguiente, caminaremos hasta el cobertizo de madera, intentaré imitar lo que hice la vez pasada, con suerte, podremos entrar sin ser vistos por nadie. Revisaremos las habitaciones que están tras las puertas, y si hemos ganado la lotería, encontraremos a la chica Leblan'c ahí.

-¿Y como se supone que abriremos las puertas?- preguntó.

-Con esto mi querida Almeida- dice, señalando una llave inglesa que apenas note.

-Pues, manos a la obra- dice Sophi- Encontraremos a Susej, o al menos descubriremos algo.

***

El camino al cobertizo es silencioso e intrigante, si alguno se detuviera a observar la escena se daría cuenta que nos vemos como la serie de televisión, Riverdale. Unos jóvenes amigos que resuelven misterios con sus magníficos ingenios.

Cuando llegamos, hacemos todo lo que se supone que Mauro hizo la vez anterior. Doblamos la estatua de todas las formas posibles.

-Bingo- dice Mauro, al darse cuenta de que algunos paneles de madera se habían deslizado, dejando al descubierto una entrada secreta.

-Nada mal Mauro- le digo. Él hace una falsa reverencia y nos encaminamos al túnel que acabamos de descubrir. Parece tan irreal, está todo perfectamente asfaltado y cubierto, como si lo hubieran construido perfectamente para ocultar cosas. O personas.

Mientras caminamos, nuestros hombros chocan, la incertidumbre de con qué fin se utilizan estos pasajes reina entre nosotros, ninguno es capaz de articular palabra alguna, creo que todos coincidimos en que es mejor así.

-Empezaremos a revisar las puertas- dice Mauro en lo que es un susurro- No nos separaremos por nada, mientras estemos juntos, corremos menos riesgos-Creo que todos estamos de acuerdo eso, así que retrocedemos y Mauro le propina el primer golpe a la cerradura de una puerta y esta cede fácilmente. Parece que no tiene mucha seguridad.

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