Capítulo 43

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Me desperté a su lado, recorrí con la mirada sus facciones y lancé un suspiro. Decidí salir de la tienda para dar un paseo y aclarar mi cabeza. Regresar a casa de mis padres no era una idea que me hiciera feliz, por el contrario, pero sentía que no me quedaba otra opción, algo en mi interior me decía que tenía que regresar, aunque eso me convirtiera en una estúpida. 

Di un par de pasos, pero me arrepentí al instante. Mi madre estaba sentada en uno de los troncos de madera de la fogata, mirándome; parecía como si me estuviera esperando, porque en cuanto me vio me indicó con la barbilla queme acercara a ella.

El hielo penetró mis venas, arterias y nervios con tan solo una simple mirada. Parecía que el frío se apoderaba de mí cada vez que Helen intentaba tener un momento privado conmigo. Yo no quería, no lo deseaba, me aterrorizaba muy en el fondo, a pesar de que creía que era fuerte y podía enfrentarla. 

Siempre había tenido dos caras: la que usaba con la gente y con mi padre y la que usaba cuando las dos estábamos a solas. La segunda era tan amenazante que en seguida me sentí inferior, como siempre; cada vez me hacía recordar, y eso me dolía. Agaché la cabeza como acto sumiso y caminé hasta ella. Mi sien palpitaba, mi inconsciente me ordenaba que regresara al calor de mi mejor amigo. 

—Siéntate, Allison —dijo con una extraña animosidad, algo que me descolocó porque no solía hablarme de esa manera. Hice lo que pidió y clavé la vista en la tierra, no siendo capaz de hacerle frente: sabía cómo vencerme—. ¿Qué está pasando entre Gerard y tú? 

Guardé silencio, decidiendo mentalmente entre mentir o decir la verdad. 

—Nada. —Hice el intento de levantarme, porque necesitaba huir, pero sus uñas se cerraron en mi antebrazo y me regresaron al mismo asiento. Suspiré resignada, ¿Qué más podía hacer?

—Ally, esto lo hago por tu bien. —Tragué saliva, aún no había dicho nada malo y yo ya estaba temblando. No quería escucharla y que llenara de basura mi mente. Estaba feliz, demasiado, y lo arruinaría—. No te hagas la tonta, ¿De verdad piensas que un chico como Gerard va a enamorarse de ti? Allison, sé que lo quieres, pero no permitas que eso que sientes te ciegue, hija

Un nudo se comenzó a formar en la base de mi garganta, me sentí mareada. Otra ola de recuerdos apareció en el fondo de mi cerebro, pero los aparté al instante, no quería torturarme más, no más tiempo. Ya no.

—¿Por qué lo dices? —pregunté con la voz temblorosa entretanto la miraba de reojo. Esbozó una sonrisa de lástima que lo único que hizo fue partirme más el corazón. 

—Gerard tiene un expediente lleno de chicas, Ally, y ninguna es como tú, acéptalo de una vez o acabarás lastimada. Muy en el fondo lo sabes, continúas negándolo —dijo tratando de consolarme.

Se levantó, se dirigió hacia la casa de campaña que era de mis padres con su andar femenino y perfecto. Me quedé ahí, sentada. Antes habría corrido para esconderme debajo de la cama, llorar por horas y lamentarme porque mi madre me trataba de ese modo. ¿Cuánto podía aguantar una persona? No tenía idea, ni sabía si estaba agotada porque seguía retorciéndome en los mismos pensamientos. 

Lo que sí recuerdo es haber levantado la cabeza y susurrarme que iba a creer en la persona que había permanecido a mi lado todos aquellos años, el único que me había apoyado en cada decisión, y ese era Gerard. Si Gee no hubiera estado aquellos días conmigo, yo jamás habría salido del pozo oscuro en el que estaba

No entendía los motivos que tenía mi madre para tratarme así, pero ya no dejaría que me siguiera manipulando a su antojo como una vez lo había hecho. No era la misma niña que había sido abusada por su culpa, así que me armé de valor, me prometí arriesgarme y confiar en las personas que siempre me habían demostrado su cariño. 

No me levanté del tronco, simplemente permanecí allí, esperando quizá una señal de que estaba haciendo lo correcto. Luego lo vi salir y mirar alrededor, salté como un resorte y corrí a sus brazos, me lancé y rodeé su cuello. Gerard me sostuvo como siempre lo había hecho.

Deseaba que cada palabra de mi madre desapareciera y dejara de torturarme, deseaba poder pasar la hoja de ese capítulo, quería dejar los dolores de mi pasado atrás. Pero, sobre todo, deseaba estar con Gee y queme amara como yo lo hacía. Eso era vital, quería sentirme segura sobre algo por primera vez en la vida. 

—Hagamos una promesa —susurré en su oído. 

—¿Qué clase de promesa? —preguntó con curiosidad

Cerré los ojos y vislumbré la primera vez que me había besado en el césped que compartían nuestras casas. Después de aquello había apretado mi cadena tan fuerte que se marcó en mi palma. En ese entonces no comprendía por qué mi boca hormigueaba. Acuné su mano con la mía y lo jalé para que me siguiera, nos internamos en el bosque. En realidad, no sabía qué hacíamos, mi cabeza daba mil vueltas hasta que algo, tal vez un poco soso, se me ocurrió.

—¿Traes la llave del coche? —cuestioné, y me detuve frente a un gran árbol, uno de los muchos que había ahí. Gee asintió sin entender para qué la necesitaba, pero la obtuvo de la bolsa de sus pantalones y me la tendió de todos modos. 

Di un respiro profundo y me acerqué al tronco, comencé a tallar mi inicial haciendo fricción con la punta, mientras él me observaba con la boca abierta. Cuando terminé, no necesité decirle lo que tenía que hacer, Gee tomó la llave e hizo lo mismo. Marcó en aquel árbol su inicial y las rodeó con un corazón. Era tonto, pero se sentía bien, era como una señal de que ahí habíamos decidido comenzar de nuevo. Nos fundimos en un abrazo, no faltaban las palabras porque ambos conocíamos lo que el otro quería decir. Todo lo malo se borró de mi cabeza, solo éramos él, yo y nuestra promesa. 

Do you feel it? Gerard WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora