Capítulo 6

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Tres meses después

Era jueves de películas, siempre se juntaban los segundos jueves del mes. Compró toneladas de palomitas de maíz con mantequilla solo porque eran las favoritas de Ally, también compró un paquete de sodas de uva. Fue a rentar un montón de películas sangrientas de terror porque ellos amaban burlarse delos efectos especiales. Con todas las cosas en brazos, tocó el timbre de su casa dos veces. Tenía un juego de llaves, pero no le gustaba usarlas, optaba por ver la sonrisa de su amiga cuando abriera la puerta para recibirlo. Su chica preferida abrió, pero no se alegró como otras veces. 

—¡Oh! ¡Hola, Gee! ¿Qué sucede? —Ladeó la cabeza para estudiarla, ¿Estaba jugando? Ella lucía nerviosa, mordió su labio y tronó sus nudillos, eso siempre la delataba. 

—Es jueves —dijo, pensando que ella entendería, pero no lo hizo. 

—¿Y? —¿Por qué no lo dejaba pasar? 

—El segundo jueves del mes. —Ally elevó sus cejas y golpeó su frente. ¡Lo había olvidado! Ella nunca olvidaba este tipo de cosas, era su costumbre desde la niñez. 

—Lo siento, lo siento, lo siento. Lo olvidé por completo. ¿Podemos posponerlo? —¿Hablaba en serio? Era como decir que celebrarían Navidad el día de San Valentín.

—Podemos hacerlo ahora, traje todo —dijo y sonrió con suficiencia. La verdad era que deseaba estar con ella, ansiaba que se sentara en su regazo para poder oler su perfume a vainilla. Un momento sin que el idiota de Robin la acaparara. Lo detestaba. 

Ally no pudo responder porque unas pálidas manos la rodearon desde atrás y sus jodidos ojos azules se clavaron en los verdes de Gerard.

—Está conmigo, campeón —emitió Robin con ese tono de superioridad que lo caracterizaba. Allison no se dio cuenta de la advertencia que le mandó a su mejor amigo con ese simple juego de palabras. No solo lo había olvidado, lo olvidó por él.

El mismo que le había exigido un revolcón para comprobar su amor, el mismo que no pudo llevarla a una cama y le había quitado su virginidad en un maldito auto, el mismo que ni siquiera se había molestado en ponerse un puto condón. 

Gerard quería arrancarle la jodida cabeza. Se olvidó de su cita por estar con Robin. ¿Era una cita? Para él lo era. Desde que estaba con el rubito ya no se veían los viernes, este era el único día que tenía disponible. Allison se percató de su cólera contenida.

—Hagámoslo en la noche, Gee. —Ya no tenía ganas, solo quería maldecir y echarse a dormir por el resto del día—. No te enojes, recuerda por qué los viernes se cancelaron primero. 

¿Estaba insinuando que los jueves también se cancelaban? 

—Sí, como sea. —Se encogió de hombros y regresó a su casa con la cabeza y el corazón hecho trizas. 

Su luciérnaga nunca había preferido estar con alguien que no fuera él.

Seis meses después

Él ya no sabía qué hacer para tenerla todo el tiempo a su lado. No importaban sus esfuerzos, el jodido Robin siempre llegaba y se la llevaba como si fuera de él, lo miraba amenazante, declarándola suya. Estaba sentada frente a él con su novio a un lado. Gerard tenía las manos en sus muslos hechas puños, sentía cómo le palpitaban las venas.

Era soltero, al fin. Lindsey hizo uno de sus famosos berrinches porque había pronunciado el nombre de Ally mientras tenían sexo, tuvo que confesarle lo mucho que amaba a Allison. Se ganó un duro bofetón en la mejilla y un trillón de insultos. Se lo merecía, no se quejaba. 

—¿Un besito? —La pelinegra soltó una risita y negó con la cabeza—.¿Chiquito? Tengo que irme, Ally. ¿Crees que Gerard pueda llevarte en esa anciana camioneta? —Estúpido, siempre hacía lo mismo, como si pregonar que tenía dinero lo hiciera mejor. Ella afirmó. 

El rubio se despidió con un largo beso, lo hacía a propósito para provocarlo. A penas se fue, Ally se levantó y fue directo a él. Se sentó como siempre hacía y comenzó a comer sus papas fritas, mientras le contaba algo sobre unas clases de defensa personal que iba a tomar gracias a Steven, su padre. 

Gerard intentaba no hacerlo, pero no podía pensar en otra cosa. Ally estaba usando los shorts amarillos del uniforme de deportes. Su cuerpo bien formado se veía fantástico. ¡Jesús! ¡Cuánto la deseaba! Se acercó todo lo que pudo y clavó la mirada en sus labios cuando ella no veía.

Do you feel it? Gerard WayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora