Los ojos del corazón.
Capítulo 5.
—Jazmín Tanner—
En muchas ocasiones queremos aclarar tantas cosas que nos enredan la cabeza hasta el punto de querer estallar, no pensé que alguien podría venir a decirme que me alejara de su novio cuando yo no me considero una rival para nadie, hay miles de chicas guapas y yo solo recuerdo cómo era a mis trece años, pero ahora no sé qué tanto pude cambiar para que ella piense eso de mí.
—Es así como logras dejar de ser tan amargada, ¿entendiste la fórmula?
—Sí, claro.
—Se nota que estás prestando atención a lo que digo, te acabo de decir amargada y me dices «sí, claro» —le pongo toda la atención a Jacob y no sé cómo me distraje—. ¿Estás así por lo de Rina?
—Si te refieres a tu novia, pues no, ya te dije que eso es problema de…
Unos fuertes gritos me hacen quedarme callada y es donde escucho los gritos de mi madre.
—¡¿Qué pensaste, que no me iba a enterar nunca que tienes otra familia?! ¡Ni pienses que te dejaré el camino libre! —oigo a mamá—. Le haré la vida imposible a tu bastardo.
—¡Deja que te explique las cosas! —mi papá le responde en el mismo tono de voz—. Mi hijo me necesita, no puedo dejarlo solo.
Me levanto con cuidado y me quedo en la puerta de mi habitación, no tengo idea qué pasa, pero me queda claro que al parecer mi papá no es lo que nos ha hecho creer todo este tiempo.
—¡No me interesa si te necesita, por mí se puede morir! —la voz de mi madre suena dolida y ya no se escucha más nada hasta que un fuerte impacto se siente y el grito de papá. No me queda de otra que correr porque supongo que mamá se ha caído. En este momento no me importa caerme.
Se forma un espeso silencio entre todos y como puedo tomo a mi mamá entre mis brazos, su cuerpo se siente frío y ya mis oídos no captan su pulso.
—Mamá —la empiezo a mover y ella sencillamente no hace nada por responder—. ¡Mami, abre los ojos! ¡Por favor, mamá! —cada vez que paso mi mano por su rostro siento sus ojos cerrados—. Mamá…
Sentir el olor de Jacob me hace saber que está cerca.
—Jaz, ya no hay nada que hacer, tu mamá no tiene pulso.
Eso era todo lo que necesitaba para sentir que el mundo se me acababa, que la garganta se me secaba, que mi corazón se detenía y que mi vida a partir de ahora sería una miseria. Cierro los ojos tratando de calmarme, pero entonces, recuerdos de las dos jugando en el parque llegan a mí, las veces que hacíamos pijamada porque yo no tenía amigas, sus ojos realmente hermosos que fue lo último que vi antes de perder la vista, y las veces que me prometió estar para cuando yo recuperara la vista. Tantas cosas hicieron que un nudo en mi garganta se atrancara y que me soltara a llorar mientras abrazaba a mi mamá sabiendo que ya no iba a poder tenerla a mi lado, se ha ido, su corazón ha dejado de latir y el mío junto con el de ella.
—Hija, levántate, no puedes…
De un manotazo le quito su mano de mi hombro.
—¡No me toques! ¡Por tu culpa mamá ha muerto! —mi voz suena llena de dolor y no me interesa si lo lastimo porque papá acaba de hacer que mi madre muera—. Siempre tan perfecto y mírate, acabaste con nuestra familia, ¡tienes otra mujer y un hijo!
—Esto no es mi culpa, tu madre estaba sufriendo del corazón —su voz es temblorosa—Hija, yo no…
—¡Ya cállate!
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Los ojos del corazón
Teen FictionNunca un amor te va doler tanto como ese que te muestra un mundo el cual desconoces y se va dejando un gran vacío en tu alma, nunca te va doler tanto saber que ese amor que te dio fuerzas de seguir ya no estará a tu lado y que sólo lo verás con...lo...