9. La boda.

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Los ojos del corazón.

Capítulo 9.

—Jazmín Tanner—

—Cuarta noche—

Sin poder contener la risa suelto una escandalosa carcajada por escuchar las pendejadas de Jacob mientras pasa la peinilla por mi cabello. Estamos sentados en el piso de la habitación donde me estoy quedando, llevamos mucho rato así y hemos comido muchos dulces, hace un rato fuimos a la playa y pasamos horas allí. Sé que no está bien que estemos aquí y menos que nos hayamos besado, pero solo pasó y ninguno pudo ni quiso detener el momento.

—¡Ay! —me quejo, dándome la vuelta para arrebatarle la peinilla—. Eres un animal.

—Lo siento, Jaz, tienes greñas de loca —aprieta mis mejillas ejerciendo presión—. Nah mentiras.

—¿Tan mal estoy? —la pregunta sale de mis labios antes que reaccione y Jacob estalla en una carcajada—. No te rías.

—Eres muy fea —me quedo callada e intento levantarme, me sujeta por la muñeca haciendo que caiga encima de él, hago el intento de quitarme y me sube las piernas—. Ni pienses que te irás.

—No vaya a ser y se te pegue lo feo.

—Que se me pegue todo lo que venga de ti, pero ya deja de andar enojada.

—Quiero dormir, tengo mucho sueño —nos levantamos—. Pero largo de aquí, no pienso dormir contigo.

—¿Miedo? —su voz suena coqueta y sexy.

—Sí, tengo miedo de terminar haciendo cosas indebidas contigo, y es que causas cosas en mí que nadie había causado.

—Te excito.

—¡No! —casi grito sintiendo vergüenza.

—Las personas no deberían negarse a lo que sienten, tú me excitas y no ando negándolo —hago silencio y de repente siento un susurro que calienta mi cuerpo—.  Solo bromeo, cuidado te da algo.

—Eres patético, Jacob Becher.

Y aquí me encuentro, sonriendo como tonta ante las cosas que dice y hace Jacob. No hay duda que me gusta, pero no puedo decirle algo así cuando ya tiene un paso en la iglesia.

Él no dejaría todo por alguien como yo.

—Última noche—

Si no fuéramos seres que nos dejáramos dominar por lo que sentimos el mundo sería mejor, pero no, tenemos que seguir el hilo rojo del amor porque pensamos que los momentos mágicos duran toda la vida sabiendo que no es así. Hoy, mientras mis lágrimas salen de tanto reír me doy cuenta de que me va a doler que Jacob se case con la morena desabrida, como le dice mi prima. No sé cómo pasó ni cómo este sentimiento se instaló en mi pecho y me hace querer tenerlo solo para mí. Mi parte loca me dice que deje que todo fluya y nada influya, mi parte cuerda me grita que estoy mal, que nada de eso es real y que en cualquier momento se quebrará como el cristal.

Los últimos días Jacob me llevó a muchos lugares, trataba de decirme cómo era todo y en mi mente se creaban imágenes hermosas. ¡Fui a patinar! Lo sé, es raro, pero con Jacob todo es posible y no nos importó las mil veces que terminamos en el suelo riéndonos. Por primera vez, hice cosas sin ayuda de mis papás y tengo que decir que fueron experiencias que no olvidaré.

—Últimamente me llevas a lugares y nunca me dices hasta que llegamos —me quejo, mientras seguimos caminando.

—Nos subiremos a un globo.

—¡¿Un globo?! ¡Un globo de esos que suben! Bueno, todos suben —empiezo gritar emocionada y por inercia me le tiro encima—. Nunca me he subido en uno.

Los ojos del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora